El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha marcado distancias con los planes de rearme de la Unión Europea al centrar su discurso en la necesidad de impulsar la «tecnología de doble uso» y fomentar la cooperación con China. Su postura contrasta con la de otros líderes europeos, que buscan incrementar el gasto militar ante el actual contexto geopolítico.
Sánchez ha fracasado en su intento de obtener fondos europeos «a fondo perdido» para reforzar el sector de defensa y en su propuesta de ampliar la definición de gasto militar para incluir ámbitos como la ciberseguridad o la protección de fronteras. Estas ideas no han encontrado el respaldo necesario en el seno de la UE, donde se impone una visión más clásica del fortalecimiento militar.
El Gobierno español apuesta por un enfoque que prioriza la tecnología con aplicaciones tanto civiles como militares, en lugar de un aumento directo del gasto en armamento. Además, Sánchez ha abogado por una mayor cooperación con China en materia tecnológica y comercial, un planteamiento que podría generar fricciones con los socios europeos y con Estados Unidos, que han endurecido su posición frente a Pekín.
Mientras la UE avanza en sus planes de refuerzo militar, la estrategia de Sánchez deja a España en una posición diferenciada dentro del bloque, lo que podría influir en las futuras negociaciones sobre defensa y seguridad a nivel comunitario.
