La jueza ha determinado que no hubo consentimiento y ha criticado la actitud de Gordillo por no adaptarse a los nuevos estándares de protección de la libertad sexual. La joven afectada ha experimentado secuelas psicológicas graves, incluyendo trastornos de ansiedad y estrés postraumático.
El exdirector de Catalunya Ràdio, Saül Gordillo, ha sido condenado a un año de prisión por un delito de agresión sexual, tras ser encontrado culpable de realizar tocamientos no consentidos a una joven durante una fiesta de Navidad de su empresa en la discoteca Apolo de Barcelona, en diciembre de 2022. Según la sentencia, Gordillo aprovechó su posición de poder dentro del medio para llevar a cabo los tocamientos de forma furtiva, sin que la víctima, una redactora de tan solo 23 años, diera su consentimiento.
La jueza encargada del caso, María del Pilar Calvo, ha destacado que no hubo ningún indicio de consentimiento por parte de la joven, quien durante el juicio negó que existiera flirteo alguno entre ambos, pese a las afirmaciones de Gordillo. El periodista intentó justificar sus actos alegando que la joven había mostrado interés por él durante la noche, pero la jueza rechazó esta versión, subrayando la existencia de una clara diferencia de poder entre ambos, dada la relación jerárquica en su entorno laboral.
La sentencia también recalca la «falta de adaptación» de Gordillo a los nuevos estándares sociales y legales de protección de la libertad sexual. La jueza explicó que, según la legislación vigente, se requiere un «consentimiento expreso», algo que en este caso no se dio. La joven víctima, identificada como Mar B., sufrió trastornos psicológicos graves tras el incidente, incluidos episodios de estrés postraumático, angustia, y trastornos del sueño, que le obligaron a tomarse una baja de tres meses.
El juicio también reveló que el comportamiento de Gordillo fue registrado por las cámaras de vigilancia de la discoteca, lo que permitió corroborar los tocamientos, aunque no pudo determinarse con claridad su «intención o ánimo». Sin embargo, las declaraciones de la víctima, quien relató los hechos de forma coherente y detallada, fueron fundamentales para la condena.
Además de la pena de prisión, el tribunal impuso a Gordillo la libertad vigilada durante dos años, y la prohibición de acercarse a la víctima a menos de un kilómetro o comunicarse con ella de cualquier forma. La sentencia, que fue dictada recientemente, aún no es firme, por lo que podría ser recurrida por la defensa.
Este caso ha generado una gran atención mediática y se ha convertido en un símbolo de la lucha por la protección de la libertad sexual de las mujeres, especialmente en entornos laborales. La condena a Saül Gordillo refleja un compromiso con el cambio de mentalidad necesario en la sociedad para garantizar que situaciones como esta sean adecuadamente prevenidas y castigadas.