Según un nuevo análisis realizado por Save the Children, con motivo de la conmemoración, este lunes 11 de octubre, del Día Internacional de la Niña, cada año mueren más de 22.000 niñas a causa de los embarazos y los partos derivados del matrimonio infantil
En África Occidental y Central, que cuenta con la tasa más alta de matrimonio infantil en el mundo, se producen casi la mitad (9.600) de todas las muertes estimadas relacionadas con el matrimonio infantil, 26 muertes al día. La tasa regional de mortalidad materna en adolescentes es cuatro veces mayor que en cualquier otra parte del mundo.
En el sur de Asia se producen 2.000 muertes relacionadas con el matrimonio infantil al año (seis al día), seguido de Asia oriental y el Pacífico con 650 muertes (dos al día), y América Latina y el Caribe con 560 muertes anuales (casi dos al día).
Aunque en los últimos 25 años se han evitado casi 80 millones de matrimonios infantiles en todo el mundo, los avances se habían estancado incluso antes de la pandemia de la Covid-19, que no ha hecho más que agravar las desigualdades que impulsan el matrimonio infantil. Con el cierre de las escuelas, los servicios de salud bajo presión o cerrados y un mayor número de familias empujadas a la pobreza, las mujeres y las niñas se enfrentan a un mayor riesgo de violencia durante los largos confinamientos. Se espera que otros 10 millones de niñas se casen de aquí a 2030, dejando a más niñas en riesgo de morir.
«El matrimonio infantil es una de las peores y más mortales formas de violencia sexual y de género contra las niñas. Cada año, millones de ellas se ven obligadas a contraer matrimonio con hombres a menudo mucho mayores, lo que les roba la oportunidad de seguir aprendiendo, de ser niñas y en muchos casos de sobrevivir», señala Inger Ashing, directora general de Save the Children Internacional.
La desigualdad de género es clave para entender el matrimonio infantil. Según una encuesta realizada por la organización, la creencia de que los niños y niñas nacidos de madres jóvenes son más sanos y más inteligentes está muy extendida entre muchas comunidades. También es común la percepción de que las niñas más jóvenes «refrescan» a los hombres mayores con su «sangre joven».
«El parto es la principal causa de muerte de las adolescentes porque sus cuerpos no están preparados para tener hijos. Los riesgos para la salud de las niñas que tienen hijos no pueden, ni deben ser ignorados. Los Gobiernos deben dar prioridad a las niñas y garantizar que están protegidas ante el matrimonio infantil y las muertes prematuras relacionadas con el parto. Esto solo puede ocurrir si las niñas tienen voz en las decisiones que les afectan», concluye Ashing.
Incluso en los países en los que el matrimonio infantil es ilegal, las excepciones son habituales y la práctica sigue estando muy extendida, incluso en Burkina Faso, que tiene una de las tasas de matrimonio infantil más altas del mundo.
«Mi marido tenía 54 años y ya tenía cuatro esposas. Yo quería seguir estudiando, así que decidí escaparme. Me atraparon y me llevaron de nuevo a vivir con él, pero lo intenté de nuevo. Caminé 40 km, conseguí subirme a un autobús y acabé en un centro que apoya a las niñas casadas como yo. Ahora estudio matemáticas y me preparo para ser enfermera, al tiempo que enseño a otras jóvenes la importancia de recibir una educación«, cuenta Viviane, que ahora tiene 23 años. Fue prometida al nacer a su marido y se vio obligada a casarse con él cuando sólo tenía 12 años.
En el informe global que publica hoy Save the Children, Global Girlhood Report 2021: Los derechos de las niñas en crisis, la organización pide a los Gobiernos:
- Amplificar la voz de las niñas apoyando su derecho a una participación segura y significativa en todas las decisiones públicas.
- Abordar los riesgos inmediatos y actuales de la violencia de género, incluido el matrimonio infantil, poniendo los derechos de las niñas y la igualdad de género en el centro de las respuestas humanitarias y de la COVID-19, de las políticas de desarrollo y de los esfuerzos más amplios para construir mejor.
- Garantizar los derechos de todas las niñas, incluidas las afectadas por diferentes formas de desigualdad y discriminación (incluso por motivos de género, raza, discapacidad, situación económica, etc.), mediante el desarrollo de políticas y programas inclusivos. También es necesario mejorar la recogida de datos de forma segura y ética para comprender mejor y responder en tiempo real al impacto de COVID-19 en las crisis económicas, climáticas y relacionadas con los conflictos existentes.
- Garantizar la participación segura y sin restricciones del personal humanitario femenino en todos los esfuerzos de respuesta humanitaria, incluidas las evaluaciones de necesidades, y el diseño, la implementación y el seguimiento y la evaluación de todos los servicios humanitarios en todos los niveles.
- Unirse al movimiento Generation Equality, trabajando para cumplir con el Plan de Aceleración Global para la Igualdad de Género, que estableció el objetivo de evitar nueve millones de matrimonios infantiles en cinco años.