Vagaba asustada y hambrienta por las inmediaciones de la ITV. El agente de la Policía Nacional no miró hacia otro lado y, tras ganarse su confianza, fue trasladada a la Perrera Municipal donde permanecerá hasta que el funcionario la traslade, una vez adoptada, a su ciudad de origen. Varios días después del rescate, el policía la visitó en las dependencias municipales, donde el animal demostró el agradecimiento que solo ellos saben ofrecer
En el desalentador panorama que está dejando tras de sí la pandemia del coronavirus, aún surgen emotivas historias hacia las otras ‘víctimas colaterales’ de esta terrible crisis sanitaria: los animales, aquellos a los que ahora se les presta menos atención, que en muchos casos han sido abandonados por sus propietarios ante el temor de que puedan ser portadores de la enfermedad o que, simplemente, siguen siendo seres invisibles al igual que lo eran antes de este periodo de confinamiento. Invisibles, menos para un policía nacional que hace unos días patrullaba por las inmediaciones de la ITV, cuando algo le llamó la atención: un perro rondaba por la zona, sucio, hambriento y con evidentes síntomas de haber sido maltratado por el miedo que reflejaba su mirada. “Pensé que podía ser de alguien de por ahí o de alguna obra, pero le pasamos el lector y comprobamos que no tenía microchip”, explica el agente. Decidió esperar y ganarse la confianza del animal, que resultó ser una hembra, hasta que alguien pudiera acercarse a recogerla. “Me dijeron que, debido a la situación actual, no podían pasarse, pero me negaba a dejarla en ese estado”.
Cubierta de pulgas y garrapatas y buscando desesperadamente comida, la perra no cesaba de “aullar y ladrar de incomodidad por la gran cantidad de parásitos que tenía”. Además, el policía era consciente del peligro que suponía que el animal permaneciera en ese lugar. “No sabíamos si era agresiva y podía morder a alguien o incluso que la atropellaran o provocar un accidente”. Mientras todas estas ideas se sucedían en la mente del funcionario, una más se iba gestando poco a poco a medida que la perra iba cogiendo confianza con la mano amiga que, quizá por primera vez en su vida, le había regalado una caricia. “Se dio cuenta de que éramos de fiar y se dejó coger. Nos demostró que no tenía ni un ápice de agresividad y pensé en adoptarla porque el animal me había encantado”.
Las gestiones del agente, finalmente, dieron resultado y varios trabajadores de la Perrera Municipal se personaron en el lugar para hacerse cargo de la perra, un animal cuya vida dio un giro desde que se encontró con la persona que le ha ofrecido la oportunidad de conocer un hogar. “De momento tuve que dejar que se la llevaran porque ahora es imposible adoptarla por mi situación en la ciudad. Convivo con unos compañeros y no me la puedo llevar, pero en cuanto acabe el estado de alarma y vuelva a mi ciudad, la adoptaré y se vendrá conmigo”.
La recogida de este animal fue más allá de un simple servicio policial, aquí entró en juego el gran espíritu animalista que demostró el agente y que le llevó a no dejar abandonada a la perra. “Me encantan los animales, tienen más valores que muchas de las personas con las que nos codeamos hoy en día”.
Una historia con final feliz para un animal cuyo destino hubiera sido bien diferente de no haberse encontrado con la persona que le ha abierto su corazón y, quizá en breve, su hogar. Mientras llega ese momento, el funcionario ha podido visitarla en las dependencias de la Perrera Municipal, donde Ceuta (como ha decidido llamarla) está acogida a la espera de iniciar su nueva vida a cientos de kilómetros de aquí. “Al principio no me dejaban ir a verla por el estado de alarma, pero al final han hecho una excepción conmigo para poder visitarla y comprobar cómo está”.
Cuatro días después de ser rescatada, el agente acudió a la Perrera Municipal donde el reencuentro con Ceuta no pudo ser mejor. Con un aspecto mejorado, sin pulgas ni garrapatas, el animal reconoció a su rescatador. “Me recibió muy cariñosamente, le llevé comida y comió de mi mano. Me ha gustado muchísimo volver a verla, pero me he apenado por todos los animales que estaban ahí dentro”.
Ambos pudieron pasear por las inmediaciones de la Perrera Municipal y Ceuta demostró todo el agradecimiento que solo los animales son capaces de ofrecer a las personas. “Ya no estaba tan asustada y, aunque todavía mostraba algo de la desconfianza del principio por haber sido maltratada, se va a recuperar perfectamente. Ya se lo he dicho a mi familia y la van a acoger con los brazos abiertos”, comenta el agente, quien ha aprovechado para hacer un llamamiento a la ciudadanía: “Animo a la gente a que, aunque no quiera adoptar, vaya a pasear a los perros, da mucha pena verlos encerrados todos los días, cómo cogen ansiedad y se rompen hasta que se les va la vida”.
Hace dos años que murió el perro de este funcionario y esto “me dejó una huella que me ha hecho seguir ayudando a más animales”. Y ello precisamente en un momento en que muchas personas tienden a abandonar a perros y gatos temerosos de que puedan ser una vía de contagio del temido coronavirus. El policía nacional lo tiene claro: “No son una amenaza, necesitan nuestra ayuda y más apoyo. El virus lo llevamos las personas, si ellos están vacunados y cuidados el único virus que pueden transmitirnos es el del amor y la lealtad absoluta”.
Gran profesional, y con una calidad humana admirable, es como torrente y aquella cancion del Fary «lo mismo rescsta un perro de morir atropellao que evita que den un golpe en el vizcalla bilbao, apatrullando la ciudad… «
ORGULLOSA DE TI!
Esperando a que lleguéis a casa ambos ya.
Y yo más…muchas gracias…tk