Ceuta se suma a la Cooperación Internacional. Lo hace a través del Colegio de Médicos, con una iniciativa de tres médicos con gran experiencia en el ámbito internacional. Ellos son Francisco García Lanzas, Susana Ascaso y Maria Inês de Gusmão. Aunque de maneras muy diferentes, estos tres facultativos que ejercen actualmente en nuestra ciudad han recorrido el mundo, llevando su ayuda y sus conocimientos a algunos de los lugares más desfavorecidos del planeta.
Francisco García Lanzas (F.G), gaditano de nacimiento, es cardiólogo y ha sido médico cooperante en lugares como Camerún, Senegal, la guerra civil del Chad, el terremoto de Haití, Etiopía o la India.
Susana Ascaso (S.A) es médica militar. Actualmente ejerce en la zona de Urgencias del Hospital Universitario de Ceuta y ha recorrido Oriente Próximo a través de misiones de Ayuda Humanitaria, que la han llevado a países como Afganistan, Kosovo o el Líbano.
Maria Inês de Gusmão (M.I.G) es médico residente en Medicina Familiar y Comunitaria en el Hospital Universitario. Esta joven portuguesa, a pesar de su edad, ya tiene experiencia en cooperación internacional y, ya estudiado la carrera, se trasladó hasta Egipto, a Alejandría, donde aprendió sobre cirugía general y digestivo.
El Foro de Ceuta ha hablado con ellos en una entrevista en la que hemos indagado sobre sus experiencias, sus emociones y este nuevo proyecto que ponen en marcha con tanta ilusión, con el que quieren actuar tanto a nivel local como internacional. Nos han contado qué se siente, qué hay que hacer para realizar proyectos de ayuda humanitaria y qué aportan estos proyectos, tanto personal como profesionalmente.
¿En qué consiste vuestro proyecto?
S.A – Estamos empezando a caminar en un proyecto de Cooperación Internacional que depende del Colegio Médico. Somos un grupo de tres personas que queremos dar relevancia e importancia a aquellas personas que tienen dificultades para sobrevivir en su día a día. El objetivo fundamental es ayudar a estas personas desfavorecidas, tanto a nivel local como internacional, con una red sanitaria importante.
Para ello queremos empezar a contactar con ONGs o grupos locales o internacionales que ya hayan empezado a realizar este tipo de ayuda y además sensibilizar a todos los facultativos, tanto de Ceuta como del resto de la Península, con respecto a esta cuestión y ayudarles si quieren desplazarse a otros sitios, dándoles toda la información que sea necesaria para que su llegada sea mucho más fácil.
¿Cómo ha sido la acogida del proyecto en Ceuta?
F.G – La verdad es que ha habido muy buena acogida. Nos han llegado muchos especialistas dándonos la enhorabuena y diciéndonos que contemos con ellos para lo que queramos.
M.I.G – Nos hemos dado cuenta de que hay mucha gente que quiere ayudar y no sabe como. Nosotros lo que pretendemos es ser el vínculo para ayudar a estas personas, queremos guiar la dinámica, la situación.
S.A – Siempre hemos escuchado de médicos que se van a misiones al extranjero y aunque parezca lejano, no es así. Como es algo que habitualmente ha sido poco accesible, pues lo que queremos es demostrarles a nuestros compañeros que se puede hacer, que es fácil.
¿Cuáles son vuestros objetivos?
M.I.G – El objetivo es colaborar con las ONGs locales y ver como podemos guiarlas dándole charlas y cursos de formación. A nivel internacional también queremos trabajar, pero a nivel local tenemos proyectos que poco a poco irán saliendo.
F.G – Nuestra idea es formar a formadores. Tanto a la parte médica, por ejemplo con el médico del CETI o los enfermeros del CETI, como al personal no médico de distintas organizaciones que trabajan con pacientes con patologías.
¿Os habéis puesto en contacto ya con alguna organización?
F.G – Sí, con un par de ellas o tres. Estamos pendientes aún de hablar. Queremos ayudar sin suplir ninguna deficiencia que tengan las organizaciones, no estamos aquí para hacer el trabajo de nadie.
M.I.G – Estamos para potenciar las cualidades de cada uno y lo que cada uno pueda aportar.
S.A – La formación para prevenir la salud es muy importante. En países subdesarrollados desconocen como mantener su salud. Es tan sencillo como decirles que un cigarro te puede matar si te lo fumas a diario durante treinta años, pues a lo mejor ellos lo desconocen.
Comentabais que hay gente que quiere ayudar “pero no sabe como”, ¿cómo se ayuda?
M.I.G – Nosotros vamos a dar el vínculo en la página del Colegio de Médicos para que se pueda inscribir quien quiera. Nosotros asesoraremos a todo el que quiera cooperar y cuando vayan saliendo los proyectos pondremos en contacto a los médicos y su organización.
S.A – Proyectos para ayuda humanitaria hay miles en todo el mundo. Para los médicos que quieran colaborar, primero tenemos que saber qué es lo que quieren hacer y como quieren hacerlo y luego ya buscar el proyecto que sea más afín a lo que ellos quieran y facilitarles tanto la formación como el transporte o la llegada al lugar.
M.I.G – Hay que ver el perfil del médico y luego enfocar y encuadrar este médico en la función con la que quieran colaborar.
Vosotros que ya tenéis experiencia, ¿qué consejo daríais a los médicos que quieran cooperar?
F.G – Pues que es algo de lo que uno no se arrepiente y que aporta muchísimo. Mejora no solo tu calidad asistencial sino que te mejora como persona, se recibe muchísimo, más de lo que uno da. También les diría que al final es más fácil de lo que parece, simplemente que muchas veces se necesita ese primer empujón y saber donde van a estar, donde van a dormir, cómo es el trabajo, que idioma se habla, que miedo hay allí, como es la ciudad…. Estas son las cosas que nosotros queremos facilitarles, la información sobre a donde van, como es y que van a hacer. Queremos quitarle ese miedo al compañero que quiera hacer cooperación y nunca haya hecho.
¿Hay que estar hecho de una pasta especial para ser cooperante?
F.G – No.
M.I.G – Hay que tener ganas principalmente
S.A – Se resume en que dar es recibir, si tu das de forma voluntaria, recibes más de lo que das porque la satisfacción de ver que estas ayudando a la gente desfavorecida y que la gente te lo agradece muchísimo… esa es una satisfacción personal que te llevas a la cama y que te deja vivir tranquila. Yo lo he vivido y es así de real.
Habéis estado en muchos países, cooperando, como voluntarios, ¿podéis contar vuestra experiencia? Sería imposible resumirla ahora mismo pero, ¿qué podéis contarnos?
M.I.G – Yo mucho menos que ellos. Durante la carrera he estado en Egipto, en Alejandría en cirugía general y digestivo. Ves que hay muchos déficit pero yo al final fui de estudiante.
S.A – Yo he estado en cuatro países. He ido a Kosovo (2003), luego estuve en Afganistán en el 2005, después volví en 2009 y en 2011; fui al Líbano. Cada país es diferente. En países que son muy pobres la gente tiene una tolerancia al sufrimiento increíble entonces. Todas las deficiencias que tienen las ven normales. Por ejemplo, alguien que no tiene casa lo ve normal. Cualquier cosa que tu les das es un agradecimiento total y absoluto. En cualquier país de los que yo he estado de ayuda humanitaria, todas las personas que tienen muchísimas carencias – cosas que nosotros ni nos planteamos – , cualquier cosa que les puedas dar es impresionantemente positiva para ellos.
¿Qué momento es el que más te ha marcado?
S.A – Algo que me sensibilizó muchísimo fue en un proyecto de desminado en el Líbano, en un proyecto con los cascos azules, quitando minas antipersona en la zona de la frontera Líbano-israelita. Yo estaba allí como médico para cualquier incidente que hubiera entre los militares, poder atenderlo en el momento pero, claro, hay mucha gente alrededor.
En el Líbano había una especie de basurero enorme, en el que se tiraba de todo y donde estaban varios niños buscando entre la basura. Uno de los niños estaba llorando amargamente y al verlo y acercarme, vi que el niño se había rajado el pie. El niño estaba asustado porque no sabía quiénes éramos ni que le íbamos a hacer. Lo tranquilizamos y lo llevamos a la ambulancia, le dimos todo lo que pudimos, la comida que teníamos y el niño se fue con muchísima felicidad. Desconocen lo que es ayudar “porque sí”. Eso me dejó súper conmovida.
Al final lo que te queda es la satisfacción al ver que ayudas a la gente.
S.A – Sí. Es eso. También he visto gente que se muere con enfermedades de las que no debería morirse y en esos países tampoco puedes hacer mucho más. Al menos en la calidad en la que yo fui. Podíamos atender cosas puntuales pero no había recursos. No tenían hospitales, las personas con un cáncer de colon se mueren porque no tienen hospital donde los puedan atender. No hay medios.
F.G – Yo a nivel personal sinceramente, me quedo con la India. Estuve allí casi un año, a nivel personal ese proyecto que hice de medicina rural en pueblecitos alrededor de Barana fue lo que más me marcó con diferencia por los compañeros con los que trabajaba, no por la pobreza del sitio, ni porque no tuvieran nada, porque eso al final es un poco parecido en todos los sitios a los que vas, pero la calidad de personas con las que trabajé en la India, me he encontrado parecidas pero superó cualquier otro país.
¿Y profesionalmente? El irse a uno de estos países debe marcar un antes y un después, ¿no?
F.G – Si y no. Claro que cambia lo que pasa que uno se adapta. Yo cuando fui a Camerún la primera vez en mi vida trabajaba en Ibiza.
Después volví a Ibiza, a San Antonio, a ver borrachos, crisis de ansiedad y sobredosis…. La primera paciente que vi se había tomado tres pastillas y tenía una crisis de ansiedad, una chica de 20 años inglesa, cuando yo venía de Camerún de ver lo que vi… me quede bloqueado, estaba asqueado, quería dejar el trabajo. Conforme pasó lo noche se me fue pasando y al día siguiente me acostumbre a que esa crisis de ansiedad es una realidad de nuestra sociedad y que me guste o no, hay que adaptarse. Al segundo día estaba súper adaptado y ayudaba a otras crisis de ansiedad que me llegaban.
Por otra parte la siguiente vez que fui a Senegal, a mi segunda misión en el extranjero, pues ya estaba habituado a que muera un niño porque tiene meningitis. A eso nunca te habitúas, pero te adaptas, igual que aquí cuando le damos a una familia una mala noticia, uno lo siente pero la tiene que dar. Si no te adaptas y no lo sobrepasas, tu calidad profesional al final no está realmente con los cinco sentidos para hacer tu labor.
Es triste decirlo, pero es supervivencia y uno se adapta a eso y a los problemones de deficiencias sociosanitarias en los países del tercer mundo. Si no, no puedes trabajar.
Además hay muchos países en los que no hay medios.
S.A – No hay medios y luego hay incluso connotaciones culturales que te impiden realizar tu trabajo. Hay países como Afganistán, donde la mujer está infravalorada y aunque tu quieras tratarlas no te dejan explorar a los pacientes, solo si eres mujer puedes explorar a una mujer. Tampoco te dejan desplazar mujeres a otros centros porque les da miedo que puedan incumplir alguna de sus normas, tanto religiosas como culturales. Incluso los médicos locales te frenan, no te dejan acceder a diferentes servicios o hacer determinadas cosas por connotaciones culturales o religiosas.
¿Cómo se actúa ante esas situaciones?
S.A – Te pongo un ejemplo practiquísimo. En el Hospital principal de Kabul, el Hospital Indira Ghandi, nosotros regalamos unos ecógrafos y les ofrecimos formación sobre las ecografías. Se negaron. No quisieron. Recibieron el ecógrafo pero se negaron a que les formáramos.
¿Y en cuestión de legalidad? ¿Se puede trabajar en todos los países?
F.G – Cuando vas en el seno de una ONG y el Estado acepta a esa ONG normalmente se puede trabajar, es raro encontrar un país que no dejen trabajar. Tu cuando vas de cooperante te tienes que informar antes. Yo nunca he tenido problema, personalmente, de nueve o diez proyectos que he hecho, unos por mi cuenta, otros con ONGs pequeñas y otros con Médicos Sin Fronteras.
S.A – No solo vale decir “voy a ayudar”. Hay que conocer el país y las costumbres para no meter la pata, no solo con las ganas es suficiente. Hay que tener una formación previa a llegar al terreno.
F.G – Esto es normal, tu no puedes ir al país que quieras a ayudar. Yo por ejemplo fui a la India a trabajar y pregunté en más de 10 hospitales y todos me dijeron que no porque no estaba en el Colegio de Médicos de allí, tenía que hacer un examen de acreditación. Al final tuve que trabajar con un grupo de monjes hinduistas. Y me parece bien, tu allí legalmente si no estas colegiado no puedes ejercer. Igual que nosotros aquí lo exigimos.
M.I.G – Si vas con una institución normalmente se puede trabajar, pero tiene que haber unos estándares de calidad.
La idea también es trabajar localmente, ¿cómo se puede ayudar aquí?
M.I.G – No hace falta irse tan lejos. Yo he estado de voluntaria en la Libertad durante el Estado de Alarma y allí había personas con patologías que no suelen ser graves, por ejemplo, una otitis, que debería ser una cosa por la que aquí no se debería sufrir, se trata fácilmente, pero a lo mejor estas personas tenían miedo de venir al Hospital, de ir al médico, de que los deporten… esto hace que muchas patologías banales estén cronificadas y les provoquen muchas molestias. Patologías que normalmente se resuelven fácilmente.
También hay gente que toma medicaciones sin saber muy bien cómo afectan o lo que producen. Veía muchos jóvenes que tomaban drogas y cuando tu les explicabas el efecto nocivo te decían “pues yo no quiero eso”. Hace falta una labor de educación brutal, educar a esta población y explicarle los efectos nocivos de las diferentes sustancias. Allí se consiguió desenganchar de las drogas a mucha gente, aún estando en situación de estrés, pandemia, encerramiento…. Hace mucha falta la educación.
Para ayudar no hace falta coger la mochila e irse lejos, cosas que hacer para ayudar tenemos en la puerta de casa. Lo que hace falta son ganas y predisposición.
S.A – Con nuestro proyecto queremos ayudar también a esta gente, que sepa que hacer y como hacerlo, no solo vamos a ser mediadores para que la gente se vaya sino que en Ceuta también queremos hacer cosas para ayudar a la población.
Y ahora con el coronavirus, ¿qué pasa con los proyectos internacionales?
F.G – Hay miles. Desde trabajos de docencia en Hospitales de Tetuán hasta llevar ecografistas a Etiopía o un oftalmólogo a la India para enseñar cirugía… Hay tantas ONGs que hacen tantas cosas por África, Asia y América…
Ahora en pandemia es completamente imposible e inmoral, coger a un médico de aquí con la falta que hacen y llevártelo fuera. De estos proyectos internacionales hablamos a partir de seis meses, vamos a empezar por lo local.
Además lo internacional necesita organizarse, ahora mismo no vamos a hacer nada pero contactos, para cuando se pueda, tenemos muchos.