A expensas de que el Ejecutivo rubrique el contrato al que se comprometió, la empresa de autobuses podría verse abocada al cierre al no poder mantener a una plantilla de 70 trabajadores, de los cuales 26 están en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo y que Hadú-Almadraba pensaba incorporar en septiembre
Después de que las aguas volvieran a su cauce en el tira y afloja de las negociaciones entre la Ciudad y la empresa de autobuses Hadú-Almadraba, y el Ejecutivo se comprometiera a firmar un contrato de dos años para acometer el servicio de autobuses mientras se preparaba la licitación definitiva, la situación no ha variado un ápice y los trabajadores continúan a la espera de la tan ansiada firma. Una situación nada halagüeña para los 26 empleados que se encuentran en ERTE y que, de no rubricarse ese contrato, se verían, junto al resto de la plantilla (integrada por 70 personas) en la calle. «La empresa ya nos ha comunicado que no puede hacerse cargo de la plantilla y si la Ciudad no firma se haría un cierre patronal«, ha explicado el presidente del Comité de Empresa de CCOO, José Antonio Blanco.
Y es que la intención de la empresa era recuperar a diez de los 26 trabajadores del ERTE de cara al mes de septiembre. Eso sí, siempre y cuando la Ciudad dé un paso en su compromiso y demuestre su buena voluntad de solucionar un problema que ya viene de tiempo atrás. «Si firman el contrato, la empresa se ha comprometido a ir sacando del ERTE a los empleados. Diez en septiembre y el resto en diciembre, pero si no firman esto está abocado al cierre».
Sin demasiadas expectativas a la vista, el representante del Comité de Empresa no se muestra demasiado optimista a una pronta resolución del problema y tampoco confía en otras alternativas. «La Ciudad tampoco municipaliza el servicio y no creo que vaya a venir una empresa a inyectar dinero y hacerse cargo de una entidad que se encuentra en este estado», se lamenta Blanco.
Con esta situación, la ciudadanía también se ve afectada por un servicio que ha ido yendo a menos y que, actualmente, funciona como un festivo y con esperas de entre 40 y 50 minutos en cada línea. «Hay veces que no podemos ni parar a recoger viajeros porque al ser tan largas las esperas ya llevamos el autobús con el aforo que ahora se nos permite por el coronavirus», explica Blanco.