La Operación Freno de la Agresión volvió a poner a Siria en el centro de atención internacional el pasado 29 de noviembre. Desde el inicio de las revueltas en 2011, el país ha estado sumido en un conflicto que lo ha fragmentado en zonas de influencia controladas por potencias extranjeras como Estados Unidos, Rusia, Irán y Turquía. Recientemente, Israel también ha comenzado a jugar un papel más activo en el sur del país.
Siria, bajo el régimen de Bachar al Asad, ha sido un escenario de intervenciones militares y políticas. Al Asad, apoyado por Rusia e Irán, controla gran parte del territorio, pero enfrenta desafíos constantes de grupos rebeldes y fuerzas extranjeras. La familia Asad, perteneciente a la minoría alauita, ha mantenido el poder mediante un control férreo y alianzas estratégicas.
El conflicto sirio ha dejado más de medio millón de muertos y ha desplazado a millones de personas. Las tensiones entre los diferentes actores han creado un entorno donde las alianzas son volátiles y las fronteras se redefinen constantemente. En el noroeste, grupos armados kurdos respaldados por Turquía y Estados Unidos operan en una franja que separa Siria de Turquía.
La presencia de Hayat Tahrir al Sham y el ISIS en regiones como Idlib y Alepo añade otra capa de complejidad al conflicto. Estos grupos salafistas buscan expandir su influencia mientras compiten con el régimen de Al Asad y otros actores regionales.
Las recientes tensiones entre Irán e Hizbulá, junto con la retirada parcial de fuerzas rusas debido a la guerra en Ucrania, han creado un vacío de poder que otros actores buscan llenar. Además, la posible llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos podría cambiar el enfoque de la política exterior estadounidense en la región.
La Operación Freno de la Agresión refleja un nuevo intento de rediseñar el mapa geopolítico de Siria. Los intereses de Turquía, los grupos rebeldes sirios y las potencias extranjeras convergen en un escenario donde las soluciones parecen lejanas. El conflicto en Siria sigue siendo un callejón sin salida, un agujero negro en el corazón del Medio Oriente.