Hace una semana, el desbordamiento del Barranco del Poyo sumergió a Paiporta en una crisis que ha dejado a sus habitantes sin agua ni electricidad. Samir, un residente afectado, expresa su frustración: «No tenemos ni agua ni luz, esto no puede ser», dice tras siete días sin poder ducharse ni preparar una comida caliente.
La situación es especialmente difícil para su familia, incluyendo a su esposa y dos hijos pequeños. Sin escuela ni actividades al aire libre, Samir se esfuerza por mantener a sus hijos distraídos en medio de este desastre.
«Amigos me invitan a ducharme en Torrent, pero está a seis kilómetros. No puedo ir cada vez que necesito una ducha. Lo peor es usar el baño», comenta Samir, quien trabaja en un bar cercano al auditorio. Allí, aunque hay electricidad para cargar móviles, el barro cubre todo el mobiliario y electrodomésticos.
Desde las 18 horas a oscuras: «El móvil es lo último que echas de menos»
Albert, otro vecino, comparte su experiencia: «Lo de menos es cargar los móviles. Es peor entrar al baño a oscuras y cenar con velas. No nos vemos por la casa, es muy raro», describe. A pesar de la ayuda de voluntarios que han abastecido de comida y bebida, muchos no han comido caliente en días.
La familia de Albert ha encontrado soluciones improvisadas: «Tenemos una pequeña bombona de gas y un caldero para paellas, así que cocinamos en la terraza».
Sin duchas después de trabajar bajo el barro
Samir y Albert continúan su relato con la ropa manchada de barro. En el séptimo día tras la DANA, Paiporta sigue siendo un charco de agua marrón. Después de ayudar a limpiar, regresan a casa cubiertos de lodo.
«Los primeros días usábamos garrafas de agua para lavarnos en una ‘safa’, como decimos en Valencia», explica Albert. Este método recuerda tiempos sin fontanería moderna. «Ayer pude ducharme en casa de familiares después de seis días. Aunque el barro de las uñas no se va fácilmente, fue un alivio».
Otros pueblos también sufren. En Massanassa, el suministro se ha restablecido parcialmente, pero persisten problemas. En Aldaia, un autobús de la EMT se ha convertido en ducha móvil para los vecinos.
La comunidad de Paiporta espera pacientemente la vuelta a la normalidad. «Todavía queda mucho trabajo. Necesitamos agua y luz para aguantar», insiste Samir. «Queremos volver a como éramos antes, o mejor». Piden que ni el Gobierno ni la sociedad se olviden de ellos.