¿Les he hablado a ustedes alguna vez de mi amigo Ambrosio? Le conozco desde hace más de cuarenta años. ¡Ay, Ambrosio, qué bien lo pasamos cuando hicimos la mili juntos, comiendo los chuscos que sobraban en las guardias de cocina e intercambiando imaginarias por cigarritos celtas con Rufino, que tenía insomnio!
Pues Ambrosio, además de un jugador de mus fabuloso, es una persona muy recta, intransigente ante el incumplimiento de la Ley, y le cuesta un dolor lo que cada día ve por las calles. Me recuerda mucho a Paco Martínez Soria en la película “Don Erre que Erre”. Para él las cosas deberían ser como tienen que ser, no de otro modo. El incivismo y las ilegalidades le ponen malo. De hecho le ha salido una úlcera porque vive en Valencia y dice que es extremadamente raro ver un policía por las calles, que él cuando pasea ve cientos de comportamientos ilegales, que la gente no cumple las normas y no hay policías suficientes para controlar todo ello.
A mí, que me gusta mucho ponerle un poco de salsa picante a nuestras conversaciones y sacarle de sus casillas, le digo que hay ciudades con mucha población, que no se puede poner un policía por cada ciudadano. Pero que yo tengo mucha suerte, porque Ceuta, además de tener una superficie muy pequeña, es la ciudad española con mayor número de policías nacionales y municipales por habitante y por kilómetro cuadrado de toda España, o eso dicen las estadísticas oficiales. Cuando mi amigo se enteró de esto, le faltó hacer la maleta y sacar un billete hacia Ceuta, pero le detuvo el confinamiento perimetral y su desconfiada naturaleza, que le hizo fusilarme con unas pocas preguntas antes, fuera yo a equivocarme.
- Pero Justino – comenzó a indagar- eso es fabuloso. ¿Quieres decir que allí en Ceuta puedo ir por la calle tranquilamente y que con tanta policía se encargan de que los ceutíes sean cívicos?
- Bueno, Ambrosio- respondí con un poco de temor a que me saliera el tiro por la culata haber alardeado demasiado pronto de mi anuncio- , la gente es incívica en casi todas partes, no pensemos que Ceuta es diferente en ese sentido. Es verdad que hay delitos, como los secuestros, que casi no se producen, pero también hay ilegalidades.
- A ver, amigo mío, si es cierto eso que dices de que sois la ciudad de España con mayor número de policías por habitante, tiene que ser una ciudad maravillosa, muy controlada. Respóndeme, ¿por la calle no hay excrementos de perros y los dueños los sacan con correa y bozal como manda las normas porque si no te sancionan? ¿La gente no habla por teléfono móvil mientras conduce ante tanta presencia policial? ¿Se controla que nadie construya edificaciones ilegalmente con tantos agentes que velan por el bienestar? ¿No hay tráfico de drogas? ¿La corrupción está muy controlada y los enchufes no se producen? ¿Nadie tira basura a horas prohibidas? ¿No se aparca en zonas no permitidas? ¿No hay ilegales por las calles que te generen inseguridad? ¿Ahora con las restricciones no hay aglomeraciones ni reuniones de gente porque la policía está siempre presente? Justino, por favor, dime que esto es así, que me empadrono allí en cuanto me dejen.
Vi a Ambrosio tan emocionado el pobre que me sabía muy mal mentirle. ¿Cómo iba a decirle que la ciudad con mayor presencia policial de España, con unos agentes que cobran no más, sino mucho más, que en la mayoría del resto del territorio nacional, tenía esas carencias? ¿Cómo iba a confesarle que veía coches patrulla mal aparcados todas las mañanas en isletas, zonas de carga, paradas de autobuses o motos sobre las aceras mientras tomaban su cafecito reglamentario y luego a ti te multaban si tenías la imprudencia de aparcar tú en ese mismo lugar para hacer un recado unas horas más tarde? ¿Cómo contarle que había adolescentes que eran agredidos para robarles el móvil? ¿Cómo expresarle que a pesar de estar prohibidas las reuniones de más de cuatro personas a veces entrabas en algunas cafeterías o terrazas y había mesas con cinco o seis sentados? ¿Cómo ilustarle sobre la cantidad tan exagerada de conductores al volante que van hablando por el móvil por toda la ciudad con total impunidad a escasos metros de zonas donde la policía se reúne en grupitos para hablar de sus importantes cosas? ¿Cómo decirle, en definitiva, que acababa de pisar una mierda de perro esta misma mañana y que a pesar de eso no me había tocado la lotería?
En vez de partirle el alma, lo que hice fue algo mezquino. Hice patria chica y le mentí, le animé a que se viniera a vivir y disfrutara de nuestra ciudad. “Claro, Ambrosio, esas cosas aquí no pasan, tanta presencia policial es muy efectiva, hacen su trabajo y esto es un modelo de ciudad, quitando dos o tres cosillas. Vente, no seas tonto, empadrónate en Ceuta en cuanto puedas, no vas a arrepentirte. Aquí el incivismo brilla por su ausencia.”.
Espero que algún día me perdone, no he tenido otro remedio que hacerlo, necesitaba un compañero para jugar al mus. Eso sí, si es necesario, le invitaré a unos corazones con patatas para limar asperezas por mis mentirijillas piadosas. A mi edad no es bueno perder amigos.