La psicóloga Julia Ferreras explica la actitud de la ciudadanía al alcanzarse los primeros 21 días de confinamiento forzoso. Los sentimientos se intensifican mientras que la ciudadanía busca más cohesión social. La experta ofrece algunos consejos entre los que se encuentra evitar la saturación de información y realizar distintas actividades a lo largo del día
El aislamiento obligatorio por el coronavirus alcanza su tercera semana, 21 días en que la ciudadanía ha permanecido en sus viviendas como medida de precaución para evitar la propagación del coronavirus. Un estado poco natural para el ser humano que a medida que avanza el confinamiento obligatorio “intensifica” los sentimientos de “incertidumbre, sobre todo a nivel económico, por el miedo al futuro y a la pérdida del trabajo, ansiedad, agobio y, sobre todo, la pregunta de cuándo va a terminar esto”. Así ha explicado la psicóloga Julia Ferreras la situación en la que vive actualmente la sociedad tras verse sometida a este aislamiento, tras el que han surgido nuevas maneras de soportar y hacer frente al mismo.
Las actividades en los balcones y ventanas, los aplausos cada tarde, las iniciativas que día a día van surgiendo para hacer más llevadera esta ‘cárcel impuesta’ es la respuesta de la ciudadanía a la crisis sanitaria. Es la forma de acercarse al grupo, la “cohesión social” que, especialmente en momentos así, busca el ciudadano. “Formar parte de un grupo es la tendencia natural del ser humano y da más fortaleza que estar aislado. Actividades como los aplausos, la música, bailes, son maneras de socializarse y de buscar la parte positiva de todo esto. Es una forma de encontrar sentido a las emociones que van surgiendo, de darnos esperanza y de sentir que si nos unimos vamos a salir de esto”.
La crisis sanitaria, asegura Ferreras, va a provocar un antes y un después “en distintos ámbitos”, desde el económico hasta a nivel individual. “Ya han aparecido las primeras diferencias y ahora se da valor a cosas a las que antes apenas se les prestaba atención y que pasaban desapercibidas«.
Los menores, pese a lo que pueda parecer, no sufren tanto la situación de confinamiento, según considera la psicóloga. «Los niños nos dan una lección y lo llevan con más entereza, pero tienen que tener su rutina, con un tiempo para el ocio y que desarrollen actividades nuevas en las que se les deje expresar sus emociones«.
Este período, añade Ferreras, es también una «posibilidad de pasar más tiempo en familia» pero en el que hay que controlar el acceso, tanto de menores como de adultos a las redes sociales y al elevado volumen de información que está surgiendo estos días. “No se puede estar 24 horas al día recibiendo información. Hay que limitarse a las noticias del mediodía y a ratos en las redes sociales. Estamos recibiendo una sobreinformación, algunas veces no veraz y con numerosos bulos que solo generan miedo y promueven pensamientos catastróficos sobre cuándo salir de esta pandemia”.
Como otros psicólogos y psicólogas voluntarias, Ferreras ha colaborado en la edición de varias guías para sobrellevar este periodo, dirigidas a personas mayores, embarazadas y otros colectivos “para intentar dar sentido a esta situación y ofrecer pautas sobre cómo reaccionar”.
La atención psicológica es fundamental para cualquier persona en estos momentos, aunque en el caso de algunos colectivos que se encuentran en “primera línea de batalla” se requiere una mayor intervención. “Se les ha puesto la losa de héroe, pero no pueden estar todo el día con el traje de superhéroe porque tienen las mismas emociones que el resto de la humanidad, también tienen miedo, ansiedad y es importante brindarles ayuda psicológica”.
Y es que la dura situación a la que están sometidos puede terminar derivando en “estrés postraumático, ansiedad o depresión”. El problema radica, sin embargo, en la consideración que realiza Ferreras al asegurar que “se presta atención a la parte física, mientras que la protección psicológica es lo último”.
Es por ello que hasta que termine la crisis sanitaria, la psicóloga anima a la ciudadanía a “mantener la rutina” de trabajo y realizar distintas actividades relajantes: ejercicio, lectura, juegos con los niños, cocinar… que consigan actuar en los “neurotransmisores que influyen en el estado de ánimo”.
Esas actividades y la esperanza de que la unión de todos llevará a superar esta crisis es la mejor medicina para afrontar esta dura situación que le ha tocado vivir a la sociedad.