El descontrol en la gestión hídrica de la Confederación Hidrográfica del Júcar, dependiente del ministerio de Teresa Ribera, desató una tragedia evitable en la Ribera Alta.
La comarca de la Ribera Alta vive días de indignación y luto tras confirmarse que el desembalse de la presa de Forata, ordenado por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica que dirige Teresa Ribera, se llevó la vida de ocho personas el pasado 29 de octubre. La liberación de 7.000 millones de litros de agua, ejecutada sin previo aviso a los municipios ribereños, provocó una devastadora ola que arrasó con todo a su paso.
José Javier Sanchís, alcalde de Algemesí, municipio que contabilizó tres de las ocho víctimas mortales, denunció la falta de comunicación como la principal causa de las pérdidas humanas. “La apertura de las compuertas pudo ser una medida necesaria para evitar que la presa colapsara, pero no avisar a los municipios fue una irresponsabilidad inadmisible”, aseguró.
La tragedia afectó también a L’Alcúdia, Guadassuar y Alzira, donde se registraron las otras cinco muertes. Los alcaldes de las localidades afectadas coinciden en que una simple alerta podría haber permitido evacuar a las familias que residen cerca del río Magro, minimizando el impacto del desastre.
El alcalde Sanchís explicó que las lluvias locales no justificaban el volumen de agua que llegó al pueblo. «Lo que vivimos fue un auténtico tsunami», relató, mientras pedía explicaciones a la CHJ y a la ministra Ribera sobre por qué no se activaron los protocolos de emergencia.
Familiares de las víctimas y vecinos de los municipios han manifestado su indignación y exigen responsabilidades políticas. Mientras tanto, Teresa Ribera y su equipo han guardado silencio, alimentando las críticas hacia la gestión del Ministerio en un evento que, según los afectados, pudo evitarse con un mínimo de coordinación.
La tragedia reabre el debate sobre la gestión de presas y los protocolos de emergencia en situaciones críticas, apuntando a la necesidad urgente de revisar los mecanismos de comunicación y respuesta para prevenir nuevas catástrofes.