‘La solidaridad nos hace sentirnos justos y realizados, plenos. Hacer un testamento solidario es algo así como cerrar el círculo, aportando parte de uno mismo, parte de lo que se ha obtenido’, afirma, Ángel Peralbo, psicólogo, docente y divulgador.
Los legados que dejamos a futuras generaciones tienen un nombre, testamentos solidarios, y una fecha en la que celebrar la valía de estos apreciados gestos, el 13 de septiembre, Día Internacional del Testamento Solidario.
En un mundo que a menudo parece girar en torno a lo individual, una fecha como hoy, nos inspira a considerar el legado que queremos dejar a nuestras futuras generaciones con una acción como el testamento solidario, que no deja de ser una poderosa expresión de generosidad que permite a las personas destinar todo o parte de sus bienes a los proyectos de las organizaciones sin fines de lucro que trabajan incansablemente para abordar desafíos sociales, médicos, educativos y ambientales.
En los últimos 5 años, las 22 organizaciones no lucrativas que componen www.haztestamentosolidario.org, han recibido 1.565 testamentos solidarios, una tendencia que va en aumento gracias a la plataforma cuya labor es informar a la sociedad de la posibilidad de dejar un legado para mejorar otras vidas y la de nuestro planeta. Según los datos del último informe anual realizado por ésta, sólo en 2022 las organizaciones no lucrativas recibieron las donaciones de 325 personas que, en vida, decidieron dejar una huella perdurable en el mundo a través de sus testamentos, por valor de 40.985.380 millones de euros, un 21% más que en 2021 (33.8 millones de euros).
Ser solidario va más allá de las donaciones económicas a las que estamos acostumbrados. Implica empatía, compasión y un compromiso genuino con el bienestar de los demás. Numerosos estudios han demostrado que practicar la solidaridad no solo beneficia a quienes reciben ayuda, sino que también tiene efectos positivos en nuestra propia felicidad y bienestar. Ayudar a los demás activa áreas del cerebro asociadas con el placer y la satisfacción, lo que nos hace sentir más conectados y realizados, acercándonos más a un cierto sentido de la vida.
“Esta sensación de aportar y de sentirse parte solidaria está ligada también al bienestar interno que produce la gratitud, a la bidireccionalidad de ésta, que no sólo beneficia al que recibe y da las gracias, sino al que da y las acepta. La solidaridad nos hace sentirnos justos y realizados, plenos”, explica Ángel Peralbo, psicólogo, docente y divulgador, para quien un testamento solidario supone “algo así como cerrar el círculo, aportando parte de uno mismo, parte de lo que se ha obtenido”.
“Para mí es una tranquilidad y una alegría saber que, cuando ya no esté, gracias a mi legado estaré contribuyendo a preservar el mundo”; “Me siento feliz porque estoy haciendo un acto de generosidad, y además, es un apoyo a la investigación porque sé que mi familia se van a beneficiar”, son algunas de las declaraciones de personas que aportan su testimonio tras realizar un testamento solidario.
Para una ONG, recibir la noticia de que van a ser incluidos en un testamento es una gran satisfacción que pone de manifiesto la humanidad de aquellas personas que tienen un último deseo de trascendencia. Son muchos los proyectos y acciones a los que destinan la totalidad de estas donaciones, teniendo en cuenta, además, que una entidad sin ánimo de lucro está exenta de impuestos de transmisiones. De esta forma, dedican el 100% de las cuantías recibidas a ayudar a quienes más lo necesitan, a avanzar en investigación médica, a acompañar a personas mayores, a curar, a defender derechos humanos, a educar a la infancia, así como a proyectos destinados a proteger nuestro bien más preciado, el planeta en que vivimos.