Aunque uno no esté muy versado en eso del antiguo testamento, textos bíblicos, no es óbice para que sea rehén de mis propias conjeturas y tribulaciones que, por otro lado, están muy extendidas y… piense: a ver si lo de las siete plagas de Moisés se va a quedar pequeño con lo que se está viviendo en este momento en el mundo; a ver si las siete plagas comparadas con lo que está pasando actualmente va a parecer sólo una mala racha.
Por contextualizar un poco, lo de las siete plagas bíblicas del apocalipsis fueron: el agua que se transforma en sangre, las ranas, la muerte del ganado, la lluvia de granizo y fuego, las langostas, las tinieblas, la muerte de los primogénitos y la salida de Egipto del pueblo hebreo. Todo esto, al parecer, en ese país, Egipto.
En nuestros días, hay a quien casi le salen las cuentas. Puestos a comparar agradeceríamos lo de las ranas porque sería señal de que habría agua en abundancia. La lluvia de granizo y el fuego la estamos viendo todos los días, nada más hay que ver las noticias. De las langostas, hemos tenido una muestra este año en Extremadura, arrasando los cultivos de la zona. Sobre la muerte del ganado, todos los días desaparece alguna especie en el planeta y otras muchas están en peligro de extinción. En estos días, las tinieblas supondrían la incertidumbre social y económica. Que el agua se transforme en sangre bien puede suponer que la contaminación y la sequía extrema en muchos lugares del mundo tiñen el agua de sudor y sangre.
Las otras dos plagas podrían tener mucho que ver con las guerras, la pandemia y el éxodo que están viviendo nativos de los países subsaharianos, principalmente. En cualquier caso, en estas dos últimas décadas, en este mundo imperfecto, globalizado y lleno de contradicciones que hemos construido, no nos faltan argumentos para pensar que estamos viviendo un momento apocalíptico, aunque esta sea una visión algo exagerada.
Centrarnos en el cambio climático como causante de todos los males, aunque sus efectos sean los que mejor percibimos con sus múltiples consecuencias, puede hacernos perder de vista otros factores que igual son más perniciosos para la humanidad que las variables que presenta la teoría apocalíptica; puede que, incluso esté alterando radicalmente el orden de las cosas tal y como las habíamos heredado, por ejemplo: el planeta, con más de 7.700 millones de habitantes en este momento, está colapsando, soportando un desafío para el que no hay un futuro a largo plazo y que planteará retos inimaginables y extremos.
Estamos en un momento tan contradictorio, tan precario…, que un buen amigo mío me decía hace poco en relación a otro aspecto de la vida que “la diversidad y el respeto está acabando con todo”. Decía esto porque le cuesta entender que normas y leyes que regulan nuestras vidas, supuestamente para protegernos, no las entiende, y cree que nos están sometiendo y que estas mismas leyes causan desamparo y se enfrentan a la lógica, y que se contradicen con los derechos más fundamentales y que estamos inmersos en una deriva que nos traerá muchos más problemas.
En fin… conjeturas y tribulaciones. Filosofad, de vez en cuando entretiene…