La Facultad de Educación, Economía y Tecnología de Ceuta ha acogido el III Simposio de Psicología Comparada del Aprendizaje en invertebrados. La primera ponencia ha corrido a cargo a del Dr. José Prados (Universidad de Leicester) quien ha tratado de esclarecer si los invertebrados, e incluso las plantas, tienen la capacidad de interiorizar aprendizajes.
¿Cree usted que una planta puede aprender y «recordar»? Parece ser, según el Dr. José Prados, que la respuesta es afirmativa. Prados ha hecho un recorrido por diferentes experimentos que han demostrado que los invertebrados e incluso las plantas tienen la capacidad de aprender y de hacerlo a largo plazo (es decir, de «memorizar»).
Para entender la relación de experimentos, hay que acudir la base. Pavlov, que definió las bases del condicionamiento clásico, descubrió que la respuesta que se producía en un sujeto cuando este era expuesto a dos estímulos simultáneos podía ser la misma que cuando se le presentaba uno de esos estímulos por separado. En otras palabras, descubrió que se podía «enseñar» aprendizajes a los animales.
Es archiconocido el ejemplo de los perros y la campana (aunque realmente la historia cuenta que usó un metrónomo y no una campana). Pavlov sabía que los perros salivan en presencia de alimento (respuesta no condicionada). Por ello, asoció un estímulo sonoro neutro a la comida. Tras un tiempo de «entrenamiento» en el que los perros oían el estímulo sonoro cada vez que se les presentaba la comida, los canes interiorizaron que ese estímulo estaba asociado a la alimentación y salivaban al oírlo (respuesta condicionada) aunque no estuviese acompañado por la presencia de alimento.
Experimentos basados en el condicionamiento
Son muchos los experimentos que se han apoyado en las teorías pavlovianas para tratar de esclarecer si los animales aprenden o no y si lo hacen todos de la misma forma. Experimentos con vertebrados, invertebrados; organismos complejos celularmente hablando o unicelulares; de sistema nervioso descentralizado o centralizado… El abanico es amplio. Sin embargo el proceso es similar en todos los estudios: se presenta a un sujeto un estímulo neutro previo, luego el mismo estímulo asociado a otro que genera una respuesta no condicionada, y luego se le vuelve a presentar el estímulo inicial por separado para ver si la respuesta es la misma que en presencia del estímulo asociado.
Por ejemplo: exponemos un sujeto a un estímulo lumínico que, en principio, es neutro. Luego a este estímulo lumínico le asociamos una descarga eléctrica que va a provocar una respuesta no condicionada y, por último, volvemos a presentarle a la sujeto el estímulo lumínico inicial. Probablemente, el sujeto haya asociado el estímulo neutro a la descarga eléctrica y su reacción sea la misma que se le estuviese aplicando dicha descarga. Este caso se ha demostrado con planarias que son animales invertebrados cuya estructura del sistema nervioso es simular a la nuestra (centralizada y bidimensional).
Las plantas aprenden
Un estudio realizado por David Stacey y la Dr Monica Gagliano (Australia) demostró que las plantas también son capaces de aprender. En el estudio se colocó una planta de guisantes en un laberinto con forma de Y. La planta ocupaba la base de la Y y por una de las dos aperturas superiores se le sometía a estímulos de luz o de viento. Como es natural, la planta tendía a crecer encorvándose hacia la luz. Luego se le presentaron los dos estímulos juntos por el mismo orificio. Y posteriormente, solo se le presentó el viento. La planta había asociado que viento y luz iban de la mano y, de nuevo, se encorvaba hacia ese orificio.
Sin embargo, decidieron darle otra vuelta de tuerca. Viento y luz se le presentaron a la planta de forma simultánea por orificios separados. Luego le retiraron los estímulos para, finalmente, exponerla solo al estímulo del viento. Sorprendentemente la planta tendía a crecer hacia el orificio por el que no había viento. Esto significa que la planta había asociado que, en este caso, donde había luz no había viento y viceversa.
Por tanto, se puede concluir que, al contrario de lo que mucha gente piensa, invertebrados y plantas tienen la capacidad de aprender y lo hacen de forma parecida a como lo hacemos los humanos.