La filantropía no es precisamente algo que caracterice a los políticos de hoy… y de siempre, es más, la inexistencia en éstos de alguna forma de altruismo es la causante de la mayoría de todos los males. Qué les vamos a hacer, es condición humana… Algunos lo pagan caro, eso sí, aunque no lo suficiente.
Ya es normal que antes de una nueva cita electoral aparezcan nuevas alternativas, esto se produce casi siempre por los errores cometidos por las llamadas “grandes formaciones” o “partidos de ámbito nacional” que no cubren las expectativas de todos y ahí, en ese momento, es donde aparecen esas nuevas siglas, nuevos líderes; gentes que se sintieron maltratadas o menospreciadas por sus antiguos compañeros de ‘armas’ y que, frustrados, no encontraron el sitio que pensaban, el acomodo que esperaban o, simplemente, llevados por su ansia de poder se escinden, dando origen a nuevos partidos, a nuevas siglas. Egocéntricos… posiblemente, pero que esto suceda no justificaría una acción contra ellos de acoso y derribo, simplemente, por temor a una posible pérdida de espacio o de votos.
Los que logran finalmente implantarse, resulta curioso observar las consecuencias que tiene y el papel que desempeñan en el sistema democrático español que permite una curiosa dualidad: premia o castiga por un mismo suceso. Es decir, los partidos localistas o nacionalistas, si bien son de pequeño tamaño, las circunstancias pos-electorales les pueden otorgar una suerte de ventajas que suelen resultar hasta obscenas desde un punto de vista lógico. Por lo que, según sean las necesidades del grupo que lo requiera a la hora de confeccionar un gobierno, éstos programarán su catálogo de exigencias y obtendrán un protagonismo desmesurado.
Pues bien, parece ser que todo tiene encaje democrático y todo está debidamente justificado, aunque es ahí, precisamente, donde para muchos ciudadanos se pervierte el bien llamado espíritu democrático, la naturaleza de las cosas y el sentido común.
La grandeza de la democracia está en las oportunidades que ofrece permanentemente a los ciudadanos, poniéndonos a prueba en cada cita electoral, indicándonos la obligación de votar valorando la gestión, las propuestas de futuro, analizando el contenido de cada uno de los programas electorales, etc.
A cuatro meses de la próxima cita electoral, el ambiente se está caldeando más de lo que cabría esperar. Desde mi punto de vista, los resultados tendrán mucho que ver con quien menos errores cometa, por ejemplo: un error descomunal es tratar de perjudicar a tu oponente con malas artes; práctica que se viene reproduciendo en nuestra ciudad con demasiada frecuencia y que la suele utilizar aquel que más tiene que perder.
Si nos atenemos a los hechos consumados y observamos con espíritu crítico la paupérrima situación en la que se encuentra nuestra ciudad y las nefastas consecuencias que han tenido los 20 años de inoperancia, de caos y dejación, esta ecuación se despeja sola.
Por otro lado, si tenemos en cuenta que Juan Gutiérrez-PSOE promete una mejora sustancial de la política en nuestra ciudad y pone en orden la, hasta ahora, caótica gestión municipal, la ecuación quedará resuelta.