Al menos 87 personas, en su mayoría mujeres y niños, han perdido la vida en un bombardeo israelí en la localidad de Beit Lahia, situada en el norte de la Franja de Gaza. Las autoridades gazatíes han denunciado este ataque como una ‘terrible masacre’, subrayando el alto número de víctimas civiles.
El Gobierno gazatí, controlado por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), ha elevado la cifra de fallecidos a 87, mientras que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han calificado estas cifras de ‘exageradas’. Según las FDI, el ataque fue dirigido contra un objetivo terrorista específico, utilizando armas de precisión.
La zona residencial afectada ha quedado completamente destruida, y se teme que aún haya personas atrapadas bajo los escombros. La agencia de noticias oficial palestina, WAFA, ha alertado sobre la posibilidad de más víctimas no contabilizadas.
En respuesta al ataque, el Gobierno gazatí ha acusado a Israel de llevar a cabo una ‘guerra de limpieza étnica’ y ha responsabilizado tanto al gobierno israelí como a la comunidad internacional por la situación actual. La Autoridad Palestina ha hecho un llamado urgente para un alto el fuego inmediato.
Por otro lado, las FDI han instado a los medios de comunicación a ser cautelosos con la información proporcionada por Hamás, reiterando que sus operaciones son precisas y selectivas, con el objetivo de minimizar el daño a civiles no involucrados.
Además del ataque en Beit Lahia, se ha informado de otro bombardeo en Yabalia, donde drones israelíes atacaron tiendas de campaña que albergaban a desplazados dentro del Hospital Al Awda. Este ataque ha resultado en la muerte de unas 500 personas en los últimos 15 días, según el Ministerio de Sanidad gazatí.
El conflicto ha tenido un impacto devastador en el sistema de salud de Gaza, con hospitales sitiados y atacados directamente. El último balance oficial indica que desde el inicio de la ofensiva israelí el 7 de octubre de 2023, han muerto 42,603 personas y 99,795 han resultado heridas.
Este aumento en las hostilidades es una represalia por un ataque previo de milicianos gazatíes en territorio israelí, que dejó alrededor de 1,200 muertos. La comunidad internacional sigue observando de cerca, mientras se discuten posibles soluciones para detener la violencia y aliviar la crisis humanitaria en la región.