El verano en El Port de la Selva, un pequeño municipio de la Costa Brava que multiplica por diez su población en agosto, se ha visto marcado por un cierre sin precedentes de la oferta gastronómica local. Ocho restaurantes y bares situados en primera línea de mar han cesado su actividad tras el suicidio de la pareja que los regentaba, afectando a más de un centenar de trabajadores, incluidos vecinos con contratos fijos.
El drama comenzó en junio, cuando la mujer del empresario se suicidó, y continuó a finales de julio, cuando él intentó acabar con su vida, falleciendo finalmente el 20 de agosto. La noticia ha generado consternación entre vecinos y propietarios, además de importantes pérdidas económicas para quienes habían invertido en los locales.
José Andrés Bel, conocido como “Pepito”, había gestionado durante años varios establecimientos de la localidad, entre ellos Ca l’Herminda, Cafè de la Marina, La Brisa y Ca la Maria, así como otros fuera del municipio, como el Restaurante Brascó en Selva de Mar. Su trayectoria en empresas como Castañer, Misako y Stradivarius le había otorgado buena reputación y confianza de inversores, aunque en los últimos años surgieron dudas sobre la rentabilidad real de sus negocios.
El cierre se produjo en plena temporada alta, y desde el Ayuntamiento de El Port de la Selva se trabaja para garantizar la protección de los trabajadores y buscar soluciones junto a los propietarios de los locales. El teniente de alcalde Roger Pinart ha señalado que las conversaciones con los nuevos administradores podrían permitir la reapertura parcial de algunos negocios antes de la próxima temporada turística.
Mientras tanto, los empleados afectados permanecen a la espera de conocer su situación, y los vecinos intentan asimilar la tragedia que ha marcado este verano en el corazón de la Costa Brava.