Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha anunciado este miércoles que firmará una orden ejecutiva para instruir al Pentágono a preparar 30,000 camas en la base de Guantánamo, Cuba. Esta instalación, conocida por albergar a detenidos acusados de terrorismo, será adaptada para recibir a inmigrantes irregulares.
Desde la Casa Blanca, Trump declaró: «Firmaré hoy una orden ejecutiva ordenando a los Departamentos de Defensa y Seguridad Nacional que preparen una instalación para 30,000 migrantes en la Bahía de Guantánamo». Según el mandatario, estos migrantes son considerados «criminales» indocumentados que representan una amenaza para el pueblo estadounidense.
Trump explicó que las instalaciones se usarán para «detener a los peores delincuentes ilegales». Añadió que algunos de estos individuos son tan peligrosos que no confían en que sus países de origen los retengan, por lo que serán enviados a Guantánamo. «Esto duplicará nuestra capacidad inmediatamente», afirmó.
La prisión de Guantánamo fue inaugurada en 2002 como parte de la «guerra contra el terrorismo» iniciada por el expresidente George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Ha sido objeto de controversia debido a las condiciones extremas de detención y el uso de la tortura.
Los expresidentes demócratas Joe Biden y Barack Obama prometieron cerrar la prisión, pero no lograron cumplir esta promesa durante sus mandatos. La cárcel ocupa solo una pequeña parte de la base militar que Estados Unidos mantiene en Cuba desde hace más de un siglo.
En septiembre pasado, el New York Times reveló documentos que muestran que Estados Unidos ha utilizado la base de Guantánamo para encarcelar a migrantes interceptados en el mar. Estos migrantes están detenidos en una zona separada de la prisión principal.
Organizaciones han denunciado el trato recibido por los migrantes en Guantánamo, citando testimonios sobre vigilancia durante llamadas a abogados, el uso de gafas opacas durante transportes y condiciones higiénicas deplorables.
Trump fue elegido tras prometer poner fin a lo que describió como una «invasión» de inmigrantes ilegales. Desde su regreso al poder, ha intensificado las medidas antiinmigración, prometiendo acelerar las deportaciones en un país con aproximadamente 11 millones de inmigrantes ilegales.