Las Fuerzas Armadas rusas llevaron a cabo el mayor ataque aéreo registrado hasta la fecha contra Ucrania, utilizando más de 800 drones y 13 misiles que impactaron en varias regiones del país. Entre los objetivos afectados, por primera vez en la guerra, se vio afectado el edificio del Gobierno de Ucrania, donde se originó un incendio que fue controlado durante la mañana.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, afirmó que confía en una “respuesta contundente” de Estados Unidos frente a lo que calificó como un ataque sin precedentes. “Es importante que los aliados reaccionen de manera global a este ataque. Confiamos en la respuesta contundente de Estados Unidos”, indicó en su mensaje diario.
La defensa aérea ucraniana informó haber derribado 751 drones y cuatro misiles, mientras que el ataque provocó al menos cuatro muertos y 44 heridos en diversas ciudades. En Kiev, el alcalde Vitali Klitschko reportó la muerte de una anciana, una joven y una bebé menor de un año, así como varios heridos, incluyendo una mujer embarazada.
El ataque se extendió a otras ciudades, con daños a infraestructuras, edificios residenciales y puentes, generando incendios en zonas como Kremenchuk, Dnipro, Zaporiyia, Odesa y Kryvyi Rih. La primera ministra ucraniana, Yulia Svyrydenko, declaró que “reconstruiremos los edificios, pero las vidas perdidas no se pueden recuperar”, y pidió más armas para defender al país.
En represalia, Ucrania atacó el oleoducto Druzhba en la región rusa de Bryansk, que suministra petróleo a Hungría y Eslovaquia. Según las autoridades ucranianas, el oleoducto sufrió “daños considerables por el incendio”.
Zelenski acusó a Rusia de prolongar la guerra y matar civiles de manera deliberada, subrayando que “cada sistema de defensa aérea adicional salva vidas de estos ataques viles”.