Si ciertamente las vacunas, como todo apunta, son efectivas, se habrá ganado unaguerra bacteriológica, sin cuartel.
De momento, se confirman mis peores temores expresados en el último artículo “Temporal de viento, frío y con lluvia de dinero, en Ceuta”.
Y es que no se trata de ser agorero. Se trata de ser realista por la edad. Ya estamos con los contras de una determinada vacuna. Si se sufre de alergias, mejor sigues esperando. Seguiré en compañía de la paciencia. Los jubilados tendremos menos tiempo de vida, pero más de disfrutar de la rica tranquilidad, sin prisas.
Pasaremos página, pasaremos año, e iremos a por la recuperación del tiempo perdido. Aunque las vidas muertas por culpa del maldito virus, tendrán siempre un lugar de vacío insustituible en todas y cada una de las familias afectadas.
Con todo, estamos obligados a recuperar el encanto. Desde que hizo acto de aparición el maldito virus, no fuimos mejores.
Nos instalamos, cara a los demás, y viceversa, en una actitud antipática. Se hace difícil ir a los lugares habituales, sin que no terminemos peleados con alguien.
Es otro tipo de guerra. La de la relación social. Se está a la defensiva. Todo el mundo es nuestro enemigo, y perdemos el horizonte de quién es el verdadero enemigo.
Recuperar la salud, recuperar las actividades, y, sobre todo, recuperar la amabilidad.
Más vale retomar la economía con salud, que no vivir para contarlo.
Que cada uno en Ceuta, brinde con lo que desee y por lo que desee. Desde luego, que pido con vehemencia que el 2020, se infecte o contagie, con su maldito virus, y muera ya de una puñetera vez.
Ocurrió en la ciudad hace varios años, pero es un hecho basado en un caso real, como se dice en las películas, que a mí más me gustan.
En un supermercado de la ciudad aguardo cola. Delante un desconocido llega hasta la cajera y deposita los artículos que había cogido de las estanterías. A la hora de pagar le muestra a la cajera una hoja de los Servicios Sociales, en la que se detallaba el nombre de cada producto y su precio. La cajera repara en una botella de sidra, y es increpado.
– Pero, ¿esto qué es? – pregunta la cajera con la botella en la mano-.
– Mire usted – responde el hombre- es que como es Navidad me he permitido cogerla, pero es del mismo precio que este otro artículo, que he eliminado.
– Si todo el mundo – dijo la cajera- hiciera como usted, estábamos apañados. Está terminantemente prohibido hacer ningún tipo de cambio.
El desconocido sin tener apenas voz, sin poder articular palabras, compungido, dejó la botella sin más, la sustituyó por el artículo designado en la hoja oficial, recogió todas las cosas, y marchó del establecimiento.
Pero, ¿qué fue lo que en realidad ocurrió? ¿Un exceso de celo por parte de la cajera? ¿Instrucciones tajantes por parte del dueño del supermercado o de los Servicios Sociales? ¿No era el mejor día de la cajera?
Después de años, todavía le sigo dando vueltas. ¿Un cúmulo de desafortunadas circunstancias, tal vez?
El hombre, al menos ese año, no pudo levantar su copa para brindar en Ceuta.
Desde entonces, cada efeméride, cada celebración navideña, me culpo de no haber sabido reaccionar a tiempo, y haber abonado, sin más, los 1 o 2 euros.
Desde entonces, me duele mi comportamiento, mucho más que el de la cajera que, a buen seguro, su razón tendría en lo más profundo de sus miedos laborales.
Es la simpatía, el afecto, el calor, nuestra mejor vacuna. Es la solidaridad. En la intimidad, con armonía. A ser posible.
Es también de mi clase de los agustinos. Un orgullo de los grandes tenerle en mi corazón. Fue el autor intelectual de una reciente concentración en Ceuta, de todos los compañeros, repartidos por el mundo. La autora material, la exquisita Natuchi.
Se estableció en Granada, donde es considerado una eminencia como cardiólogo. Profesor de la Facultad de Medicina, hasta hace dos años. Su pasión por escribir y rastrear en el ayer, le llevó a desarrollar una bonita historia relacionada con el mundo de la medicina, en los siglos XIV y XV de la ciudad en la que es posible saludar por la calle a más gente de Ceuta, que en la propia Ceuta.
Se ha convertido en un Paco Sánchez, genial historiador local, genial persona.
En fechas tan entrañables, propicias para recomendar buenas películas y buenos libros, me permito sugerir la lectura de Miguel Ángel UleciaMartínez, y su brillante novela “Asedio al Maristán Nazarí”.
El afamado pintor granadino, Manuel Ruiz, lo compara con un león. Se produce una interesante conversación entre el cardiólogo y el pintor. En la misma, en ella, el médico ceutí le dice a Manuel que “es un pintor de almas”. A lo que el pintor le responde:
– Y tú –mirando al médico- eres un profesional de ver en las entrañas de las personas, de conocer sus secretos, de ver en sus corazones.