Una ciudadana de Ceuta envía a El Foro de Ceuta el siguiente texto denunciando el trato recibido por personal del 061
«La tarde del jueves 5 de noviembre del 2020 realizo una llamada al teléfono 061 el motivo mi empleado de hogar se encuentra con 37,7 de temperatura corporal, vómitos y un dolor persistente y agudo en la zona inguinal derecha. Mi llamada es atendida por un operador que amablemente me escucha y me pasa con el médico. El me manifiesta con tono contundente que esos síntomas no son de COVID y que el dolor en la ingle a distancia no lo puede diagnosticar. Mi llamada no era para que diagnosticara sino para que me orientaran y poder actuar puesto que en otras circunstancias le habría llevado a urgencias, pero quería evitar exponernos al riesgo que hay en urgencias. Quizás ellos me darían una solución, el medico decide mandarme un soporte para su traslado a urgencias, escuchando de fondo al operador decir: ‘lo lleva ella…», el médico al escuchar a su compañero me pregunta si le puedo llevar yo al hospital a lo que respondo que tengo un hijo pequeño y hasta que no llegara mi marido no le podría llevar. Decide sin más mandar la ambulancia. Cuando llega la ambulancia a mi domicilio les ruego tomen nota de mi teléfono para que el hospital se ponga en contacto conmigo y me mantenga informada ya que mi empleado es sordomudo. En estos momentos es cuando se tiene plena confianza en estar ante los mejores profesionales y más si cabe ante personas que saben actuar con aquellas que tienen discapacidad.
La tensión va aumentando, lógicamente cuando pasa el tiempo y no tengo noticias, ahí es cuando decido acudir al hospital. Allí me encuentro en la sala de espera a mi empleado, me ensena el documento de asistencia y alta, le pregunto y nada, no le han hecho nada, una pinza en el dedo, me comunica con mímica, ni una analítica. Mi indignación Supera mi tono de voz y decido llamar a mi marido para desahogarme antes de irnos y meternos en el coche. Cuando finalizo mi llamada aparece un señor vestido de azul, sanitario, Supongo, Con mis nervios no alcanzo a descifrar quién es, me pregunta en tono conciliador si me puede ayudar en algo y ahí en ese momento es cuando empiezo a relajarme. Me dice que había escuchado mi conversación y que no me podía dejar ir así, el chico (mi empleado) es sordomudo la doctora debería hablar conmigo para comunicarme qué es lo que le han diagnosticado, acepto sin dudarlo y me dice que espere. Seguidamente sale el señor sanitario y me comunica que ha cambiado de guardia y la doctora ya no se encuentra pero que el doctor que le ha dado el relevo me espera y que pase con mi empleado.
Cuando miras a la cara a alguien notas enseguida y percibes que está dispuesto a ayudarte, esa sensación y sus gestos me lo demostraron. Efectivamente, reviso el informe de su compi, exploro al paciente de nuevo, me hizo todo tipo de preguntas y lo más y más importante demostró su profesionalidad. No se quedaba tranquilo, hizo una petición a sus enfermeras para que le realizaran una prueba rápida de antígenos, ¡sorpresa! en menos de un minuto la enfermera me miro y su cara lo decía todo, “Es positivo en COVID”.
La tarde del jueves 5 de noviembre del 2020 realizo una llamada al teléfono 061 el motivo mi empleado de hogar se encuentra con 37,7 de temperatura corporal, vómitos y un dolor persistente y agudo en la zona inguinal derecha. Mi llamada es atendida por un operador que amablemente me escucha y me pasa con el médico. El me manifiesta con tono contundente que esos síntomas no son de COVID y que el dolor en la ingle a distancia no lo puede diagnosticar. Mi llamada no era para que diagnosticara sino para que me orientaran y poder actuar puesto que en otras circunstancias le habría llevado a urgencias, pero quería evitar exponernos al riesgo que hay en urgencias. Quizás ellos me darían una solución, el medico decide mandarme un soporte para su traslado a urgencias, escuchando de fondo al operador decir: ‘lo lleva ella…», el médico al escuchar a su compañero me pregunta si le puedo llevar yo al hospital a lo que respondo que tengo un hijo pequeño y hasta que no llegara mi marido no le podría llevar. Decide sin más mandar la ambulancia. Cuando llega la ambulancia a mi domicilio les ruego tomen nota de mi teléfono para que el hospital se ponga en contacto conmigo y me mantenga informada ya que mi empleado es sordo. En estos momentos es cuando se tiene plena confianza en estar ante los mejores profesionales y más si cabe ante personas que saben actuar con aquellas que tienen discapacidad.
La tensión va aumentando, lógicamente cuando pasa el tiempo y no tengo noticias, ahí es cuando decido acudir al hospital. Allí me encuentro en la sala de espera a mi empleado, me ensena el documento de asistencia y alta, le pregunto y nada, no le han hecho nada, una pinza en el dedo, me comunica con mímica, ni una analítica. Mi indignación Supera mi tono de voz y decido llamar a mi marido para desahogarme antes de irnos y meternos en el coche. Cuando finalizo mi llamada aparece un señor vestido de azul, sanitario, Supongo, Con mis nervios no alcanzo a descifrar quién es, me pregunta en tono conciliador si me puede ayudar en algo y ahí en ese momento es cuando empiezo a relajarme. Me dice que había escuchado mi conversación y que no me podía dejar ir así, el chico (mi empleado) es sordomudo la doctora debería hablar conmigo para comunicarme qué es lo que le han diagnosticado, acepto sin dudarlo y me dice que espere. Seguidamente sale el señor sanitario y me comunica que ha cambiado de guardia y la doctora ya no se encuentra pero que el doctor que le ha dado el relevo me espera y que pase con mi empleado.
Cuando miras a la cara a alguien notas enseguida y percibes que está dispuesto a ayudarte, esa sensación y sus gestos me lo demostraron. Efectivamente, reviso el informe de su compi, exploro al paciente de nuevo, me hizo todo tipo de preguntas y lo más y más importante demostró su profesionalidad. No se quedaba tranquilo, hizo una petición a sus enfermeras para que le realizaran una prueba rápida de antígenos, ¡sorpresa! en menos de un minuto la enfermera me miro y su cara lo decía todo, “Es positivo en COVID”.
Ahora se activa el protocolo, ahora, ahora que hemos expuesto a todos los sanitarios que permanecían aquella tarde noche en urgencias. Se lo llevan a la zona de urgencias reservada para COVID y yo rápidamente salgo de las dependencias del hospital a esperar nuevas noticias. Si, toda la madrugada en la calle, en la puerta del hospital, tuve tiempo para pensar, para pasar frio, para angustiarme, para enfadarme, es que le daban el alta siendo positivo, ¡qué horror!, la que se podía haber liado, mis compañeros de trabajo, los compañeros de mi marido, los compis del colegio de mi hijo. Pero el momento más inolvidable fue cuando apareció de nuevo el señor de azul, conocido como “el Canario’ no tuve más palabras de agradecimiento, todas me parecían pocas, gracias a él, qué labor tan bonita desde tu puesto como celador, que calidad humana demostraste, que capacidad para sensibilizarte con mi tono de voz desesperado, si no es por ti yo me voy a casa con mi empleado y el virus a correr y a correr. Tú, las enfermeras y el doctor que hizo el relevo si que merecéis esos aplausos, esa subida de salario, esos medios que tantos necesitáis, esas mejoras de condiciones, todo es poco.
Pero aquellos sanitarios que demuestran ineficacia, por favor, que los evalúen, que los analicen y que decidan qué hacer con ellos, nosotros los ciudadanos no nos merecemos tenerlos ahí, a los profesionales si, en ellos confiamos.
Por cierto, estamos confinados y a la espera de una PCR que esperemos que sea negativa.
Gracias a todos a los que merecéis estar ahí. Señor Doctor del 061 que estuvo trabajando esa tarde, apunte usted en su libreta profesional que las décimas, los vómitos y el dolor agudo en la ingle, SI SON SINTOMAS DE COVID».
Parece que ha habido un error en la transcripción del texto: una parte de él se ha repetido dos veces. En concreto, los tres primeros párrafos han sido repetidos.