El sector del juego mueve en nuestro país unos 40.000 millones de euros, de los cuales 11.000 corresponden al juego online, a esto habría que añadir los 110 que los empresarios del sector gastan en publicidad para pagar a famosos y que en su mayoría son referentes para nuestros hijos.
Este tipo de apuestas se ha convertido en una droga legalizada que pone en peligro la salud pública de muchísimas personas, lo peor de esto es que crece en barrios de gente obrera como la heroína en los 80, consiguiendo enganchar a jóvenes, desempleados que caen en esta ludopatía, la cual ven como una vía de escape ante una sociedad que se desmorona por momentos, por los pocos escrúpulos de las personas que quieren enriquecerse a toda costa.
Como sociedad no nos podemos quedar con los brazos cruzados, debemos luchar, porque en época de crisis como la que está padeciendo nuestra ciudad, el futuro se torna incierto. Estas empresas de los juegos de azar, se han reconvertido ahora en locales de apuestas con un amplio historial de víctimas a sus espaldas, lo saben y se aprovechan de ello, especialmente entre los más vulnerables, nuestros jóvenes.
El juego es una realidad cotidiana en Ceuta, que cada día que pasa se va asentando más y más, basta con acercarse por el centro de la ciudad y allí nos daremos cuenta que muchos ceutíes se dejan parte de sus sueldos e incluso ahorros en la tan llamativa y adictiva tragaperras día tras día y lo peor, es que esta acción la hemos normalizado. Los rostros de la adicción a los juegos son personas con edades entre los 18 años en adelante y donde la mayoría de las veces hay historias terribles, como la de un adolescente que abandona sus estudios para entrar a formar parte del mercado laboral, hasta aquí todo es aceptable, pero lo que no lo es, es que su sueldo de 600 euros a penas en unos días, lo funde enganchado al juego online.
Las repuestas de las administraciones ante un problema de esta magnitud es excesivamente hipócrita, de hecho lo ven como una solución a los problemas que padece nuestra urbe y en vez de apoyar a este sector deberían de estar luchando contra estas casas de juego, denunciando el efecto de políticas neoliberales en el crecimiento monstruoso de esta patología social. En las asambleas en lugar de ir a montar espectáculos, se tendrían que estar aprobando mociones que persigan el objetivo de proteger a los más vulnerables.
Decir que se están llevando a Ceuta empresas y trabajo es una verdad envuelta en veneno.