Solo la política puede dar una respuesta cabal a los retos de nuestra ciudad, por ello es imprescindible humanizarla. Ganarán las elecciones los que mejor sepan hacer suyo el estado de ánimo de una urbe que pide a gritos cambios profundos que llenen de esperanza la agonía vivida, durante más de veinte años.
La precariedad en la que se encuentran miles de familias, es lo que abre dolorosamente la esperanza en un futuro, hay que darle gobernanza a un sistema democrático que busque mejores modelos que los actuales, consiguiendo el desarrollo individual y colectivo de una sociedad que ansía reencontrarse consigo misma.
Para tener éxito y generar consensos se debe poner al ser humano en el centro de la acción, sin dejar a nadie atrás, resultando un trabajo arduo, debido a que requerirá voluntad, liderazgo y una gran capacidad de concentración. En una revalorización de la dignidad humana, radica el respeto a la vida de todos, siendo este un principio que tiene que estar por encima de cualquier otro valor, ya sea económico, cultural o religioso y recuperar los valores humanos e incorporarlos a las políticas públicas, es algo muy necesario.
Ceuta vive en un estado volátil. Se deben de llevar acciones para poder rescatarla de manos de dirigentes sin moral alguna, recuperar tanto la sociedad perdida con la dignidad pisoteada como la economía donde no se explote; entender que la política está para gobernar no para corromper, entender que la naturaleza es vida y no un ser viviente para ser destruida. La tarea del buen político es la de dar valor a la dignidad humana y abrir caminos para el cambio.
Cada día es más esencial el humanismo para comprender el egoísmo de aquellos que nos gobiernan, donde todo lo ilegal les parece correcto, sin existir normas para los actos de los mismos, cuyo único fin es el de sacar beneficios para ellos y para los suyos. Se han convertido en expertos críticos en voz baja, sin adquirir compromisos y esquivando sus responsabilidades.
Se les ha olvidado que la democracia es un sistema político en el que el pueblo ejerce la soberanía, es decir un sistema que permite la intervención de todos y cada uno de nosotros en el gobierno. Es evidente que las políticas de austeridad dominantes en nuestra ciudad, basadas en conceptos ideológicos y deshumanizados no tienen en cuenta la repercusión en las personas y no buscan mejorar las condiciones de vida de la mayoría de nuestra población.
La Constitución, nuestra Carta Magna, es algo mucho más que palabras. Son principios y valores, son derechos fundamentales, libertades públicas, deberes y respeto. Después de 34 años de ser ratificada por el pueblo español, parece que hay muchos puntos que recordar y tener en cuenta porque se han olvidado a día de hoy.