La persona más noble, honrada y leal que he conocido en educación ¡sin dudas! y muy posiblemente en mi vida.
Nos dejó Omar Khayyam, en un poema titulado “Mi interrogante” los siguientes versos:
¡Oh, pobrecita alma mía!
Si el llorar y el disolverte
hasta la sangre y la muerte
es tu condena sombría;
si el alba de cada día
te trae un nuevo tormento,
dime, alma, tu pensamiento:
¿Qué has venido a hacer aquí,
si no has de vivir en mí
más que el lapso de un momento?
Hay personas cuyas vidas contestan a esta última pregunta. Personas que saben combinar perfectamente la honestidad, la poesía, las matemáticas, la bondad. De una de ellas voy a hablar.
La palabra más hermosa que existe, probablemente, sea “maestro”. La primera reminiscencia que llega a mi mente sobre la concepción personal que tengo de este vocablo es Don Aventino, del que aún guardo excelente recuerdo y además desde las emociones y sentimientos de un crío de menos de 8 años. Por curiosidad, que es como nos referimos en demasiadas ocasiones cuando nos negamos a reconocer que somos seres hechos de tiempo y esperanzas, es decir, proyecciones en el tiempo, melancólicas presencias de futuros fugaces y frágiles. Por curiosidad, decía, Aventino es un nombre de origen latino con un significado incierto, aunque sin duda está relacionado con una de las siete colinas de Roma, el llamado Monte Aventino. Llevo en el Siete Colinas desde que soy docente y ahí conocí a quien para mí y para infinidad de ceutíes es un ejemplo vital.
El poeta matemático o el matemático poeta. Propiedad conmutativa de la suma y del producto en este caso. El orden de los factores no altera el resultado final. Siempre sumando desde la educación y el civismo. Un auténtico modelo a imitar.
La Educación necesita referentes y él sin dudarlo lo es. La Educación es el reflejo de la sociedad, por simple deducción él es referencia, o debiera serlo, de la sociedad. Al menos de una sociedad de la que sentirnos orgullosas.
Ante la crispación, serenidad.
Ante la soberbia, humildad.
Ante la necesidad, ayuda.
Si tuviese que definir a Rafa en tres frases breves estas son las primeras que me vienen a la cabeza, desde el corazón.
Lo que nunca será breve es su impronta en mi vida siendo una de las muchísimas que este gran hombre ha conseguido mejorar durante sus años de docencia y trabajo haciéndola más empática y asertiva.
Voy a personalizar desde la confianza adentrándome en lo que debe ser educar según he visto transmitir a mi compañero en su trayectoria profesional. Se educa en igualdad, en responsabilidad, en sensibilidad, en cooperación, en respeto, en innovación, en vocación, en mediación, en solidaridad, en y para. Sin perder de vista la formación curricular pero no mirándola tan fijamente que nos impida ver el paisaje o como si llevásemos puestas unas anteojeras para caballos sino desde la conciencia y la consciencia.
Maestro proviene del latín magister, haciendo alusión a una posición de liderazgo que coloca al señalado al frente de la situación, al mando. Pero viene asociado al adverbio magis, que confiere la cualidad de “más” en el sentido de máximo, afectado por la raíz indoeuropea *meg-, que en cierta forma otorga la cualidad de “mayor”. Lo que implica que el magister, el maestro, se encuentra por encima de los otros, destacando por sus conocimientos en una materia específica. No porque sí o por designio divino sino por capacidad. Y todavía tengo compañeros que cuando los llaman maestros responden: ¡profesor por favor!
Profesor surge del vocablo en latín professōris y éste a su vez del verbo profiteri, formado por el prefijo pro (delante, a la vista, frente a) y fateri (confesar). Viene a hacer referencia a “hablar en público” aunque originalmente estaba dirigido básicamente a designar a aquellos que mostraban y confesaban públicamente, frente a los demás, sus creencias y fe al cristianismo.
Insisto, la palabra más hermosa que existe, probablemente, sea “maestro”.
Una vez me explicaron que para reconocer a una persona honesta debía fijarme en las siguientes características:
No pierden tiempo en aquello que no les agrada.
No mienten ni toleran las mentiras.
Personalidades relajadas, mentes tranquilas.
Saben construir relaciones significativas.
Sin dudas Rafa es honesto.
Para identificar a una persona bondadosa debemos guiarnos por si:
Son considerados con los demás.
Alientan a quienes le rodean.
Son humildes.
Son pacientes.
No juzgan, ni critican.
Rafa, sin titubear, es bondadoso.
Mientras que docente es “el que enseña”. Etimológicamente procede del latín docens o docentis, participio activo de docēre que significa enseñar.
Sin conocimientos y formación, pero muy especialmente sin valores personales positivos poco o nada podremos educar. Rafa ha educado, educa y educará.
Llámelo maestro, docente o profesor porque realmente este conjunto finito con propiedades infinitas forma parte del conjunto universal que es Rafa Merino Campos.
Como dijo Malala Yousafzai, premio Nobel de la Paz 2014: “DEBEMOS CREER EN EL PODER Y LA FUERZA DE NUESTRAS PALABRAS. NUESTRAS PALABRAS PUEDEN CAMBIAR EL MUNDO”.
Rafa con su docencia ha cambiado el mundo de gran parte de su alumnado y de algunos de sus compañeros y compañeras, como es mi caso. Valgan estas reflexiones como muestra de agradecimiento al “buen maestro” Rafael Merino Campos. La educación y la sociedad necesitan más “Rafas”.
Mi más sincera admiración y cariño. “Las cualidades sublimes infunden respeto; las bellas amor”. Inmanuel Kant.