Valeriano Hoyos ha recopilado algunas de sus anotaciones y escritos realizados durante los dos últimos años en el poemario “De las debilidades y otras vanidades”. Título canalla que remite al Aute más lírico, sin obviar ese retrato en la contraportada que desde las desgastadas suelas de unas botas made in Valverde del Camino, nos presenta a un autor más dandi que Whitman.
Todo comenzó con un obsequio, una libreta que lejos de constituir un regalo envenenado se convirtió en el acicate que conglomeró las piezas que componen este pequeño gran libro de poemas.
Hoyos entiende la poesía como la vida, “una provocación al lector” que es quien en última instancia completa los espacios en blanco con su propio ingenio. Un compendio lírico que huye de lo biográfico sin renegar de lo subjetivo, que cautiva desde el oficio y la sencillez sin caer en el simplismo, cuyo único afán es la búsqueda de la libertad formal y fundamentalmente esencial.
Reconocido por su dilatada faceta como compositor, arreglista y letrista con la Chirigota del Mixto, Hoyos ha incorporado un nueva aspecto a su ya de por sí poliédrica personalidad, librándose de los postulados y encorsetamientos de los temas carnavaleros a la par que incorpora cierto ritmo musical a sus versos. Una música que “resuena en su cabeza” y le recuerda a los autores del Siglo de Oro.
Siendo consciente de que el público de la poesía es selecto, con tal fin autopublica su primera obra poética en una limitada y cuidada edición disponible en la Papelería Sol.
“Corren malos tiempos para la libertad de expresión y con este trabajo he escapado de los márgenes aunque me he querido demostrar que también era capaz de escribir un soneto”. Entiende que en la esencia humana “radica la vanidad”, evidente en cualquier manifestación, incluso un pestañeo.
Hoyos huye de dogmas, de radicalismos. Entre las líneas de estas, sus debilidades, hay sitio para cualquier tema y Hoyos ha escrito sobre todos. A raíz de una poesía dedicada a un MENA pega una acrobacia que le lleva a otros tiempos, cuando dirigió el CETI. Confiesa que era inevitable que entre 800 internos existiesen elementos indeseables, “capaces de generar mucho ruido pero la gran mayoría sólo buscaban mejorar sus condiciones de vida e incide en la necesidad de ostentar actitudes coherentes por parte de los políticos actuales”.
Su imaginario ágil repasa la historia de una España que desembocó en un periodo democrático dulce que a pesar de todo atraviesa un momento convulso, “por unos cuantos que han roto la democracia desde dentro”. Anhela “esa estabilidad que nunca parece llegar”.
Está en contacto con la tercera edad por su condición de director del Centro Social de Mayores del IMSERSO, por eso valora en positivo “el derecho a protestar de la gente mayor” que «se han ganado a pulso». Sin embargo reconoce que en las tertulias se muestran desencantados y preocupados por el bienestar de las próximas generaciones.
Entre sus lecturas predilectas cita a Neruda, Paz, Benedetti y por encima de todos a Lorca “pura metáfora, pura emoción”.