El tercer testigo mantiene la misma versión que los dos anteriores. Los jóvenes, que en las fotos que posee el acusado eran menores de edad, normalizan que su profesor les hiciera regalos y que tuviera en su móvil cientos de fotografías sexuales suyas
El juicio contra el ex docente del San Agustín, acusado de la comisión de varios delitos sexuales como abuso a menores, tenencia y elaboración de pornografía infantil o inducción a la prostitución, se ha reanudado tras el receso de un par de horas sobre las cinco y media de la tarde para continuar con las pruebas testificales.
El tercer testigo, otro de los jóvenes de los que el profesor poseía fotografías pornográficas cuando era menor, ha seguido en la misma línea que los anteriores asegurando que A.D.B. era como un familiar y que le mandaba fotos porque quería.
El testigo, que tenía 16 años cuando sucedieron los hechos, asegura que suele mandar ese tipo de fotografías a cualquier familiar o a su novia. “Estoy bueno y mando esas fotos porque puedo”, ha dicho en tono chulesco. Además, ha asegurado que el acusado ni le hacía ni le pedía fotos y que con 16 años “era consciente de lo que hacía”, insistiendo en que es “normal” enviarle fotos con menos ropa.
Durante su declaración, el presidente del tribunal le ha tenido que llamar la atención en varias ocasiones e indicarle que debe referirse a la fiscal con respeto. “Ha ido usted a los Agustinos, conocerá usted la tercera persona”, ha dicho el juez.
Sobre el resto de fotografías que le mostraba la representante del Ministerio Público, entre las que había imágenes de sus zonas íntimas, ha ido repitiendo que no se acordaba o que le gustaba hacérselas. Y sobre las expresiones como “te quiero”, “mi amor” o “te adoro” con el acusado dice que con profesores del colegio “quizás no” las tenía, “pero con algún profesor particular, puede ser”.
El testigo también ha normalizado el hecho de que le depilara en su domicilio o que se dieran masajes mutuamente. Al igual que el hecho de que le hiciera regalos, obviando la elevada diferencia de edad y de posición existente entre el profesor y sus alumnos. En su testimonio, el joven ha caído en varias contradicciones y no ha contestado a muchas preguntas porque “no se acordaba”.