Un científico francés fue deportado a principios de mes tras encontrar en su teléfono mensajes contra el expresidente estadounidense, en un caso que ha encendido las alarmas sobre el endurecimiento de los controles migratorios en EE.UU.
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Críticas a Trump como motivo de deportación
Pocos imaginan que, al aterrizar en un aeropuerto de EE.UU., las autoridades revisen sus teléfonos personales en busca de opiniones políticas. Sin embargo, eso fue exactamente lo que le ocurrió a un investigador francés que viajó a Houston para asistir a un congreso académico. Agentes de inmigración examinaron su dispositivo y encontraron mensajes críticos con las políticas de recorte en ciencia aplicadas por Donald Trump. Como resultado, se le denegó la entrada y fue deportado de inmediato.
Según la justificación oficial, sus comentarios fueron catalogados como “mensajes de odio que podrían describirse como terrorismo” y “conspiranoicos”. La decisión generó indignación en Francia. “La libertad de opinión, la libre investigación y la libertad académica son valores que seguiremos defendiendo con orgullo”, afirmó Philippe Baptiste, ministro de Educación Superior e Investigación, en respuesta a lo sucedido.
Este caso no es aislado. En los últimos meses, ciudadanos europeos han sido detenidos, interrogados y deportados bajo pretextos diversos, lo que ha llevado a países como Alemania y Reino Unido a endurecer sus advertencias sobre los riesgos de viajar a EE.UU.
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El miedo se extiende en la comunidad científica
El incidente ha despertado preocupación entre académicos y profesionales internacionales. Isabella Eckerle, directora del Centro para las Enfermedades Virales de Ginebra, expresó sus dudas en redes sociales:
“Con todo lo que está sucediendo en EE.UU., ¿cuán seguras son las conferencias científicas para los participantes extranjeros? Estoy dudando sobre si participar o no en reuniones en Estados Unidos debido a la situación de incertidumbre.”
Su inquietud refleja un clima de creciente temor dentro y fuera del país. Universidades como Yale y Brown han advertido a sus estudiantes internacionales sobre posibles restricciones migratorias, y cada vez más académicos reconsideran viajar a EE.UU.
Además, las autoridades estadounidenses han reforzado los controles sobre redes sociales y dispositivos electrónicos. La mayoría de los solicitantes de visa ahora deben incluir sus perfiles en la solicitud, y las inspecciones en aeropuertos se han intensificado. “Recomiendo a la gente que tenga mucho cuidado con lo que publican en sus redes sociales y dispositivos”, alertó Dan Berger, abogado especializado en inmigración.
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Detenciones arbitrarias y condiciones inhumanas
El caso del investigador francés no es el único que ha generado controversia. Otros ciudadanos europeos han sido víctimas de controles fronterizos desproporcionados:
• Rebecca Burke, una joven británica, fue retenida tres semanas en condiciones deplorables por un malentendido con su visa al intentar cruzar desde Canadá a EE.UU. Su familia tuvo que reunir más de 10.000 euros para costear su retorno y asistencia legal.
• Fabian Schmidt, ciudadano alemán con residencia legal en EE.UU., lleva más de dos semanas detenido en Rhode Island tras ser arrestado en el aeropuerto de Boston sin una causa clara. Según su abogado, ha sido coaccionado para renunciar a su tarjeta de residencia permanente.
• Jessica Brosche y Lucas Sielaff, también alemanes, fueron detenidos por 46 y 16 días respectivamente sin explicación. Brosche pasó varios días en aislamiento antes de ser deportada.
Casos similares han afectado a ciudadanos de Canadá, como la actriz Jasmine Mooney, quien relató su experiencia en The Guardian:
“En un minuto estaba en una oficina de inmigración hablando sobre mi visa, que había sido aprobada meses antes. Luego, me cachearon como a una criminal y me enviaron a un centro de detención del ICE sin oportunidad de hablar con un abogado. Me sentí como si hubiera sido secuestrada.”
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Advertencias de Europa y tensiones con EE.UU.
Ante esta ola de deportaciones, los gobiernos europeos han comenzado a advertir a sus ciudadanos. Reino Unido ha actualizado sus recomendaciones de viaje, subrayando que las autoridades estadounidenses aplican normas de entrada con extrema rigurosidad y que “se puede ser arrestado o detenido por el más mínimo incumplimiento”.
Alemania también ha alertado que una visa ya no es garantía de entrada y que incluso pequeñas infracciones pueden resultar en deportaciones inmediatas. Annalena Baerbock, ministra de Asuntos Exteriores alemana, advirtió:
“Las declaraciones falsas sobre el propósito del viaje o incluso una ligera expiración de la visa pueden dar lugar a arrestos y detenciones.”
El endurecimiento de la política migratoria de EE.UU. no solo afecta a viajeros individuales, sino que ha generado fricciones con la Unión Europea. Donald Trump y Elon Musk han criticado duramente a la UE, describiéndola como un “régimen comunista”.
Trump ya mostró su rechazo al nuevo Sistema Europeo de Información y Autorización de Viajes (ETIAS), que cobrará siete euros a ciudadanos estadounidenses para acceder al espacio Schengen. “Nosotros les damos todo, incluyendo protección militar y comercio, y ahora tenemos que pagar por ir allí. No respetan a Estados Unidos”, escribió en su red Truth Social.
Mientras Trump refuerza sus políticas migratorias de cara a las elecciones, la incertidumbre sobre viajar a EE.UU. crece en Europa. Lo que antes parecía un destino seguro para académicos, turistas y profesionales, ahora es visto con cada vez más recelo.