La tripulación del Open Arms anuncia en sus redes sociales que ayer acometieron un rescate de 40 personas que viajaban en un «cascarón». Igualmente, informa de que, a pocas millas de donde se realizó el rescate, 30 personas murieron ahogadas tras naufragar su embarcación.
Los desplazamientos en el Mediterráneo de migrantes, exiliados y/o refugiados no cesan. No han cesado, de hecho, un solo instante desde 2015. Si bien, tras un verano intenso, el Open Arms ha dejado de ocupar portadas, eso no quiere decir que haya cesado su actividad. El buque continúa salvando vidas entre las costas de Italia, Malta, Argelia, Libia, Turquía o Siria.
Ayer rescataron a 40 personas, entre ellas un niño y un bebé, que viajaban a bordo de una embarcación precaria -la tripulación del Open Arms la define como un «cascarón»-.
«Frente a la omisión de responsabilidades por parte de los estados, estamos las personas, en tierra y en mar, que haremos todo para proteger la vida, ese derecho que da sentido a todos los demás derechos fundamentales de las personas» reza la publicación en las redes sociales del Open Arms.
Sin embargo, justo hasta ahí llegan las «buenas» noticias. En la misma publicación en la que el Open Arms informa del rescate, también anuncia que 30 personas murieron el mismo día, a pocas millas de la ubicación del barco español, tras naufragar la embarcación en la que viajaban. 30 vidas más que se traga el Mediterráneo. A las puertas de Europa, frente a fronteras de estados miembro de la Unión Europea, erigida -en teoría- como garante de los derechos humanos. Algún día, la posteridad hará preguntas para las que probablemente no tengamos respuestas.
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