Venían con la vitola de ser «la mejor banda tributo» según algunos críticos especializados. A lo que hay que añadir que el grupo al que rinden culto fue uno de esos que marcaron época, de los que suponen un antes y un después en la historia de la música. Por si fuese poca presión, el estreno de la película «Bohemian Rhapsody» en octubre de 2018, reactivó la efervescencia entre los viejos fans de Queen y sumó a nuevos adeptos más jóvenes que no coexistieron con el grupo. Estas son las condiciones bajo las que actuó la banda tributo «God Save the Queen» en las Murallas Reales. Y no defraudó.
Antes de salir al escenario, los cuatro integrantes de la banda compartían un momento con los medios y se mostraban tranquilos y seguros. Les abalan años de experiencia, muchos kilómetros a las espaldas y conciertos repartidos por casi todos los continentes -ayer era la primera vez que visitaban África-. De hecho, comentaban que justo antes de empezar una actuación generalmente están en calma, concentrados, pero sin entrar en estados de nerviosismo o exaltación. Eso lo reservan para cuando les toca entrar en escena, donde «se transforman en Queen» y viven un carrusel de emociones.
Sin prisa, pero sin pausa, sobre todo sin pausa
No hubo preliminares, ni siquiera un mínimo y cortés saludo de buenas noches a las más de 1.000 personas que se congregaron allí para ver tocar a la banda. No venían a hacer amigos, ni prisioneros. Venían a tocar y a rendir honores a sus ídolos -y los de la gran mayoría de los presentes- a través de su show. Y así lo hicieron. Desde el primer minuto de concierto hasta hora y media después, las Murallas Reales no dejaron de vibrar un solo instante al son de las inmortales canciones de la banda británica.
Sí que tuvieron momentos para interactuar con el público, pero hasta estos estaban calculados al detalle y formaban parte del espectáculo. No había lugar a la improvisación, la responsabilidad de hacer tributo a quien se lo hacen es demasiado grande como para dejar cualquier cosa en manos del azar. Pablo Padín (voz), Francisco Calgaro (guitarra), Matías Albornoz (batería) y Ezequiel Tibaldo (bajo) ofrecieron un concierto de esos que «crean afición». Si había alguien ayer en las Murallas Realas que no conocía mucho a Queen o que no se declaraba un gran entusiasta de la banda, probablemente hoy esté buscando las canciones que sonaron ayer para volver a escucharlas.
Canciones que se vuelven himnos
De hecho, del amplio repertorio que tenía el grupo capitaneado por Freddy Mercury, no quedó por sonar ninguno de los himnos más «mainstreams» (si se permite esta expresión y no se entiende con connotaciones negativas) para delicia de los asistentes. Cerraban el concierto con «We are the champions», o eso parecía. Al acabar la canción abandonaron el escenario, pero entre el público no se movía nadie. Todos sabían que faltaba una más, todavía no habían tocado «I want to break free». Vitorearon a la banda a gritos de «¡Otra, otra!» y al ritmo de palmas. Y los cuatro jóvenes argentinos volvieron al escenario para poner el broche de oro a una sensacional actuación que honraba al escenario que les acogía, las emblemáticas Murallas Reales. A decir verdad, para este monumento histórico de la ciudad fue como una especie de resarcimiento tras el «espectáculo» que ofreció hace unas semanas un joven madrileño de cuyo nombre no queremos acordarnos…
Galería de Antonio Sempere.