“Basta con que un grupo, una empresa o un gobierno cuenten con uno o con varios individuos perversos para que todo el sistema se vuelva perverso. Si esta perversión no se denuncia, se extiende subterráneamente mediante la intimidación, el miedo y la manipulación. Efectivamente, para atar psicológicamente a un individuo basta con inducirlo a la mentira o a ciertos compromisos para convertirlo en cómplice del proceso perverso. Sin ir más lejos, ésta es la base del funcionamiento de la mafia o de los regímenes totalitarios.” Marie France Hirigoyen, “El acoso moral” .
“Nos vendieron” la imagen de que ya teníamos los mismos derechos que los hombres, y digo “nos vendieron”, porque de ser así, no seguiríamos viendo, día tras día, en cada rincón, como esto, no es así.
Dice Encarna Bodelón, en su artículo “Violencia institucional y violencia de género” que el patriarcado moderno ha utilizado y utiliza la igualdad formal de derechos como una falsa entrada de las mujeres en la ciudadanía.
Unos derechos que han sido adaptados a medida para los hombres, y en los que nos han incluido, y que no cubren nuestras necesidades reales, algo asi, como “anda venga que te incluyo, para que no te enfades”, y que por supuesto, se han creado negando a las violencias que más sufrimos las mujeres, las violencias machistas.
Ahora, les ha tocado a las mujeres del sector de los cuidados, salir a la calle, y desde aquí, aplaudo su acto de valentía, por que, sí, en esta sociedad, para pedir que se respeten y se tengan en cuenta tus derechos, si eres mujer, hay que ser valiente.
La Confederación de Salud Mental de España dice que: “las mujeres están más presentes en muchas de las ocupaciones de «alto riesgo» (enseñanza, trabajo social, enfermería y otros trabajos de atención sanitaria, entidades bancarias, tiendas, hoteles, restaurantes y fábricas), en trabajos con bajos ingresos y en puestos jerárquicamente inferiores, mientras que los hombres predominan en aquellos mejor pagados, los de mayor reconocimiento y puestos de supervisión.” por lo que hablamos de un sector en el que en su mayoría, hay mujeres, que sufren violencia laboral, institucional y simbólica, en primera instancia.
Pero vamos a entrar en materia, que damos por hecho que la gente conoce, pero luego en sus actos demuestran una falta de conocimiento sobre esta materia, muy grande, ¿qué es “eso”, del sector de cuidados? Pues nos lo explica la OIT, “El trabajo de cuidados no remunerado que consiste en la prestación de cuidados por parte de cuidadoras y cuidadores no remunerados sin recibir una retribución económica a cambio. La prestación de cuidados no remunerada se considera un trabajo, por lo que es una dimensión fundamental del mundo del trabajo. El trabajo de cuidados remunerado es realizado por trabajadores y trabajadoras del cuidado a cambio de una remuneración o beneficio. Estos comprenden una gran diversidad de trabajadores de los servicios personales, como el personal de enfermería, el personal médico, y los trabajadores y trabajadoras del cuidado personal. Las trabajadoras y trabajadores domésticos, que prestan cuidados tanto directos como indirectos en los hogares, también integran la fuerza de trabajo dedicada a la prestación de cuidados.” Después de leer esto, me planteo, que muchas de estas mujeres, que tienen personas a cargo en su núcleo familiar, es decir, que realizan un trabajo doméstico, que no está remunerado, tienen que acudir a someterse a jornadas de larga duración que pueden sobrepasar las horas estipuladas, para seguir realizando un trabajo de cuidados, remunerado, en su totalidad o no. Y, nos damos cuenta, que en el cómputo de horas diarias invertidas en cuidados, no tienen tiempo para cuidarse a sí mismas, por lo tanto, planteo la pregunta, y, “a ellas, ¿quien las cuida?”
La OMS afirma que “La violencia laboral afecta a la dignidad de millones de personas en todo el mundo. Es una importante fuente de desigualdad, discriminación, estigmatización y conflicto en el trabajo. Cada vez más, es un problema capital de derechos humanos. Al mismo tiempo, la violencia en el lugar de trabajo aparece como una amenaza grave, y a veces letal, contra la eficiencia y el éxito de las Organizaciones. La violencia causa perturbaciones inmediatas, y a veces perturbaciones de largo plazo, de las relaciones entre las personas, de la organización del trabajo y de todo el entorno laboral.”
Después de leer esto, cómo puede alguien pensar que el maltrato que están sufriendo las mujeres en el sector laboral “de los cuidados” beneficia a alguien. Si los datos arrojados indican que esta violencia laboral no es beneficiosa para las mujeres trabajadoras, los trabajadores en general, para la empresa y para la propia sociedad que consume estos servicios, ¿podemos decir, que lo único que está haciendo la empresa es reproducir un comportamiento aprendido de un sistema que “a todas luces”, está diciendo a gritos que está podrido?
“Si bien la violencia laboral afecta prácticamente a todos los sectores y categorías de trabajadores, el sector de la atención de salud corre un riesgo grave. La violencia en este sector puede ser casi la cuarta parte del total de la violencia que tiene lugar en el trabajo.” (Nordin, H., 1995). Es decir, que uno de los sectores que más cuida a la sociedad, es el que está más descuidado por parte de las instituciones. No me queda otra, desde aquí, que pedir a los señores y señoras de las instituciones y las empresas, que mejoren la calidad de sus trabajadores y, en consecuencia, la del servicio que ofrecen, porque “no vaya a ser” que enfermen o envejezcan y necesiten de esos trabajadores y trabajadoras del sector que tanto maltratan o no defienden.