Rafael Jiménez Cazorla, funcionario de telégrafos, masón y futuro presidente del PSOE en Ceuta, desplegó la bandera republicana en el balcón del edificio de telégrafos en la tarde del 14 de abril. Alfredo Meca fue testigo de estos acontecimientos: “Cuando transitaba por la calle de La Marina, observé izada en la Casa de Telégrafos la bandera tricolor. Presurosamente, me dirigí a la Casa Consistorial, donde llegué al mismo tiempo que una manifestación con banderas y con gran alegría; pretendían colocar la nueva enseña en el balcón del ayuntamiento. Así se hizo en medio del mayor entusiasmo y con todo orden y respeto para los muebles y efectos municipales esperando a que se retiraran los papeles y sumarios que había sobre la mesa de la rotonda principal”.
Pero hagamos historia… Una vez que, en enero de 1931, se tuvo la certeza de que los comicios municipales se celebrarían, comenzaron a delimitarse las diferentes opciones políticas para la ciudad. Por una parte, estaban quienes querían luchar para constituir un gabinete democrático, como el Partido Socialista y los republicanos. Otros, con un perfil más conservador, defendían el continuismo: el Partido Reformista, el Partido Liberal Independiente y la Agrupación Defensa de Ceuta, constituida en noviembre de 1930. Precisamente, este partido sería el primero en exponer su programa electoral y creó el periódico Diario de Ceuta. Los republicanos y socialistas, por su parte, resolvieron ir juntos a las elecciones y, para ello, celebraron varias reuniones.
El peso de las negociaciones recayó en el médico Sánchez Prado por la parte republicana, y en Conrado Lajara, presidente del PSOE, por la parte socialista. Tras varios encuentros, se unificaron bajo el nombre Conjunción Republicano-Socialista, distribuyéndose las 24 candidaturas a partes iguales. La ley electoral solo permitía votar a los hombres, y era obligatorio. En el caso de las mujeres, aún deberían esperar a las futuras Cortes republicanas. La junta electoral dividió a la ciudad en ocho distritos y, aunque el régimen municipal se restableció por Real Decreto de 10 de abril de 1930, la Junta Municipal siguió actuando. Los distritos fueron: primero, Ayuntamiento y Asilo; segundo, Ruiz y Cigarra; tercero, Hospital Central, calle de Serrano y Obispo; cuarto, Vista Alegre, Canalejas y plaza de Azcárate; quinto, plaza de Maestranza, pasaje Recreo y zona del monte Hacho; sexto, Otero, Almadraba y príncipe Alfonso; séptimo, Hadú y Villa-Jovita; octavo, Benzú. En total, se presentaron 175 candidatos para ocupar los 35 escaños de concejales con que el municipio contaba en 1931.
La jornada electoral transcurrió con total tranquilidad
Se formaron grandes colas tan pronto abrieron los colegios. Muchos partidarios de la Conjunción Republicano-Socialista lucían en sus solapas, la bandera tricolor con lazos rojos. Los colegios se cerraron a las cuatro de la tarde. El director del semanario El Renacimiento, Enrique Porres, escribió una curiosa crónica el día 16 de abril desde la fortaleza del monte Hacho, en la que se encontraba detenido: «La odiosa fortaleza del monte Hacho guardaba entre sus muros a mi humilde persona, el semanario Renacimiento molestaba al conde de Jordana, y su poder llega a burlar a la ley y condecorarme.
Una llamada de teléfono. ¿Sería mi orden de traslado a un penal de la península? Cojo el auricular, escucho y poco me falta para que el corazón se me salga del pecho. ¡La República ha sido proclamada en casi toda España y, dentro de breves momentos, podré observar desde las murallas de la fortaleza del Hacho el acto grandioso de ser izada la tricolor enseña en el edificio de telégrafos! Hasta los altos murallones de la fortaleza del Hacho llega el eco de las ovaciones con que la noticia se acogió en la ciudad. Los presos lloraban de emoción y bailaban llenos de júbilo. El comandante de la fortaleza militar no podía ocultar su histeria ante la noticia de un posible asalto de la fortaleza por el pueblo. Pidió refuerzos y una compañía de infantería subió presurosamente la empinada cuesta del Hacho. Su intervención no fue necesaria, y los simpáticos soldaditos dedicaron el primer día de la república a quitar de sus uniformes los atributos de la caída realeza».
Los ceutíes se decantaron por la Conjunción Republicano-Socialista, que obtuvo 6.325 votos, el 80 %, y 22 concejales repartidos en 12 escaños para los republicanos y 10 para los socialistas. Únicamente tres distritos se inclinaron por el promonárquico y conservador partido Defensa de Ceuta, que consiguió 7 concejales y 1.122 votos. Los reformistas obtuvieron 4, y 2 los independientes haciendo un total de 35 concejales. Cuando tuvo la certeza del triunfo republicano, el rey abandonó el país por Cartagena. Los servicios de comunicaciones y transmisiones del Estado se habían decantado por el nuevo régimen, y transmitieron el cambio al mismo desde las tres de la tarde del 14 de abril a toda España. No obstante, eso no era realmente así a pesar de la muchedumbre que ocupaba las calles. Ese día, la central de telégrafos de Ceuta recibió la comunicación de la proclamación del nuevo Estado desde Madrid. Un buen número de ceutíes se encontraba agrupado a las puertas de ese edificio. A las cinco de la tarde, la bandera tricolor ondeó por vez primera en la ciudad.
Varios manifestantes deseaban un retrato del rey y, mientras los porteros del ayuntamiento subían uno que se encontraba en una dependencia del piso bajo, otros penetraron en el salón de sesiones, descolgaron el retrato que se encontraba bajo el dosel y lo arrojaron por el balcón. Después, llegó otra manifestación encabezada por los miembros del Comité de la Conjunción Republicano-Socialista y tomaron el ayuntamiento».
El diario La Opinión del 15 de abril escribió sobre este día: «Ceuta, ayer, vibró de júbilo, tensó su espíritu loco, potenciada su vida cordial hasta lo indecible, porque Ceuta puede vanagloriarse de haber laborado por la república de muy magnífica manera. Ya ayer lo decíamos en nuestra editorial, hablábamos de la gesta local y glosábamos la significación trascendental de la jornada que el domingo vivimos. No nos equivocamos, el domingo fue la revolución. La Opinión, como tantos hombres y periódicos, también sufrió persecución callado y tuvo que defenderse contra jesuíticos intentos de persecución hasta la muerte. Pero hoy podemos gritar sin cuidado de los agentes de la monarquía, porque esta ha caído y España revolucionaria nos apoya. Ceuta es como un inexpugnable baluarte ya para la causa de la libertad».
El 15 de abril de 1931, los nuevos concejales tomaron posesión de sus cargos y la Segunda República fue proclamada desde el balcón principal del ayuntamiento. Seguidamente, se dirigieron al balcón principal, donde el alcalde accidental, Olivencia, y el presidente del PSOE, Conrado Lajara, izaron la bandera. Una compañía del Regimiento de Infantería de Ceuta rindió honores e interpretó La Marsellesa (algunos meses más tarde, se legisló que el himno oficial fuera el de Riego). Posteriormente, se organizó una manifestación. El diario La Opinión escribió al día siguiente que unas veinte mil personas habían acudido a dicha manifestación.
La corporación saliente, con su presidente -José Rosende- a la cabeza, entregó en salón de plenos el bastón de alcalde al miembro de Unión Republicana Manuel Olivencia, que lo recibió de forma provisional, pues su titular sería el más votado, el doctor Sánchez Prado: “En virtud del acuerdo adoptado. se designó a don Antonio López Sánchez Prado como presidente del ayuntamiento de Ceuta por ser el que mayor número de sufragios obtuvo en las citadas elecciones del 12 de abril de 1931”. Las ocho tenencias de alcaldía serán desempeñadas en orden de sufragio exceptuando la primera tenencia, que se acordó fuera desempeñada por el que habla (Manuel Olivencia Amor) en condición de mi virtud como letrado, tenientes de alcalde Eduardo Pérez Ortiz, David Valverde Soriano, Valentín Reyes Sánchez, Juan Arroyo Tornero, José Victori Goñalons, Sertorio Martínez Simón y José Más de la Rosa. Tenientes de alcalde suplentes: Domingo Vega Pérez, Alberto Parres Puig, Manuel Pascual Abad, José Torres Gómez, Antonio Becerra Bravo, Francisco Sánchez Molinillo, José Lendinez Contreras y Lamberto Amador Ventura. Concejales sin cargo: Antonio Mena López, Antonio Berrocal Gómez, Salvador Pulido López, Francisco Bohórquez López, Francisco Trujillo González, José Molla Noguerol, Isidoro Martínez Dura, Cándido Lería Lanzac, Moisés Benhamú Benzaquén, Ángel Fernández Vidal, Miguel Pulido López, José Baeza Huesca, Antonio Sánchez Mula, Luis García Rodríguez, Demetrio Casares Vázquez, Ricardo Chacón Pineda, Francisco Ruiz Medina y Enrique Delgado Villalba».
Más tarde, el 10 de mayo, sindicatos, empresarios y partidos políticos se reunieron en el citado salón de actos para estudiar las medidas más urgentes que tomar en este sentido. Una comisión viajó a Madrid para entrevistarse con algunos ministros y presentarles varios proyectos de obra. Dicha comisión estaba formada por el alcalde Sánchez Prado y los tenientes de alcalde Manuel Olivencia, Sertorio Martínez, Sánchez Mula y Francisco Ruiz. AGCE, Actas Capitulares 10/05/1931. En estos primeros meses, se sentaron las bases para futuras obras en la ciudad, como la Escuela de Artes y Oficios, la Escuela de Magisterio, una nueva cárcel, un Instituto de enseñanza secundaria y numerosas escuelas, el nuevo mercado del puente de La Almina y el campo municipal de fútbol. Asimismo, se crearon el diario El Faro, Radio Ceuta, el conservatorio de música y la Mutua de Ceuta. Por otro lado, a la ciudad se le restituyeron sus legítimos derechos, fueros y privilegios que le habían sido usurpados durante la dictadura.
Varios nombres se barajaron para el cargo de alto comisario, pero uno de los que más sonó fue el del general Francisco Franco; el diario ABC dio por hecho su nombramiento, e incluso llegó a publicar la noticia. Sin embargo, no fue así; de hecho, el propio Franco envió una carta al diario negando esa posibilidad. Otro general, Sanjurjo, fue finalmente nombrado el 23 de abril, cosa que no agradó a republicanos ni a socialistas. Tras muchas críticas y apenas transcurridos treinta días de su toma de posesión, fue cesado y se designó al africanista y conservador Luciano López Ferrer.