Nayat Ahmed ejerció como asalariada durante 9 años, ha sido la última mujer taxista en Ceuta y a día de hoy trabaja en Correos. Selica Monfort fue la primera mujer al volante de un taxi en nuestra ciudad, siendo chófer durante 10 años, y actualmente sigue siendo la dueña del taxi número 72.
El taxi sigue siendo a día de hoy un sector muy masculinizado en el que, por desgracia, aún escuchamos tópicos y estereotipos que denigran a las mujeres al frente de un vehículo. A eso hay que sumarle otras situaciones de discriminación a las que suelen enfrentarse durante su jornada laboral. Actualmente, ver a una mujer como chófer es bastante difícil en la península, esto no quiere decir que no las haya. Pero el porcentaje está aún muy lejos de alcanzar la paridad, ya sea por dificultad a la hora de acceder a un puesto, o por la falta de corresponsabilidad y conciliación en nuestro país.
En el caso de Ceuta, no hay mujeres trabajando en este sector en nuestra ciudad, pero las ha habido. Con motivo del Día de la Mujer hemos hablado con Selica Monfort, la taxista más veterana, que ejerció como conductora durante más de diez años, aunque sigue siendo la propietaria del número 72, y también con Nayat Ahmed, asalariada por casi diez años. Junto a ellas, suenan otros nombres como Casandra o Farida, entre otras, pero por desgracia, sigue siendo un número muy reducido, y del pasado, en un área de nuestra ciudad con más de cien personas trabajando.
Selica Monfort nació en Tetuán, pero lleva toda su vida en Ceuta. Ella ya era propietaria de un taxi, el número 72, pero de un día para otro decidió trabajar con su propio vehículo. “Me animé a trabajarlo porque era de mi propiedad y dependía de los chófers”, cuenta Selica, que recuerda que una tarde preguntó cómo funcionaba el taxímetro y a la mañana siguiente ya lo estaba cogiendo.
Al principio, fue consciente de que algunos de sus compañeros no estaban muy receptivos con la idea de tener a una mujer en el sector, pero bien es cierto que percibió el apoyo de muchos otros. Durante sus carreras ha tenido que escuchar algún “mujer tenías que ser”, pero también han sido muchas personas, mujeres en particular, las que se han alegrado de verla al volante, pidiéndole incluso subirse con ella delante.
Es empresaria, fue conductora hasta hace seis años que lo dejó, y también cooperativista, pero sobre todo pionera, y tras ella, llegaron otras mujeres, convirtiéndose en referente. Nunca ha discriminado ninguna zona de la ciudad, y con su coche ha llegado a donde ha hecho falta. Prefería trabajar en horario diurno, pero cuando no ha ganado lo suficiente por el día, no ha tenido problema en echar más horas por la noche. Tiene anécdotas para dar y regalar y las cuenta con añoranza, salvo dos sustos que preferiría olvidar. Uno de ellos, durante la feria de Ceuta, cuando fue asaltada por un cliente mientras iba al volante. Selica nunca ha tenido miedo.
Monfort no cree que sea un trabajo muy difícil, pero a eso de conducir, hay que sumarle las habilidades de saberse el callejero de la ciudad. “Hay que animar a las mujeres que quieran hacerlo. Que se saquen el carnet y pregunten a los propietarios”, invita la extaxista, que continúa siendo propietaria de un vehículo.
Nayat Ahmed es otro de los rostros femeninos que hemos visto al volante de un taxi, de hecho, es la última mujer que ha conducido este vehículo de servicio público en nuestra ciudad. Llegó a este mundo con la oportunidad de trabajar nada más que los fines de semana, tras haber estado en paro. El dueño del taxi número 92 le ofreció trabajar con su vehículo. “Él fue quien me empujó y me animó, y siempre voy a estar agradecida”, recuerda con cariño la extaxista.
Nayat describe perfectamente su primer día, momento en el que el hijo de su jefe le dijo que no cogiera la emisora, que no hacía falta, pero como ella ya tenía experiencia en las calles, decidió utilizar Radio Taxi. “¿Por qué se va a llevar otro mi carrera?”, se pregunta. Al principio, explica que los compañeros se preguntaban que quién era ella cuando escuchaban a Nayat en la radio.
Reconoce que ha sido muy feliz durante los años al volante, y si tuviera que volver, lo haría sin dudarlo. Su contrato terminó a consecuencia de la pandemia y a la reducción del movimiento por el cierre de la frontera y el estado de alarma, por lo que ahora trabaja para Correos, a lo que saberse el callejero de nuestra ciudad juega a ventaja. Ha pasado por el 92, por el 95, por el 72, entre otros vehículos. “Con el 95 estuve por la noche, entraba a las 8 de la tarde y salía con el relevo, a las 4 de la mañana”, remarca. Nunca ha tenido miedo, ni a conducir, ni a ir a los sitios. Sin embargo, en una ocasión, pasó un mal trago con una clienta que le pedía ir a “sitios siniestros”. También tuvo un pequeño accidente que hizo que se lastimara la espalda y el cuello.
Es musulmana, y en su coche le gustaba escuchar el Corán en la radio. Algunos clientes le han pedido que lo quitara, y ella aceptaba «por respeto». En cuanto a comentarios desagradables, afirma que ha recibido «más de mujeres que de hombres». “Dos mujeres no se quisieron montar conmigo y yo, como no me callo, me acerqué a ellas y les dije que personas como ellas dejan a las mujeres por debajo del hombre”, nos cuenta. “Me quito el sombrero con mis compañeros, me han respetado siempre y han tenido buenas palabras para mí”, confiesa Ahmed, que dice que le tiene mucho cariño a quienes han trabajado con ella durante su época como taxista.
Las asociaciones a nivel estatal, reivindican que haya más mujeres en este sector. Nayat considera que el taxi requiere muchas horas, y si un día no recaudas lo suficiente ni para pagar al dueño del taxi, hay que echar más horas. Mientras no exista la igualdad real, y se asuma la corresponsabilidad para conciliar laboralmente, las mujeres no serán libres para poder trabajar en lo que quieran.