Israel ha llevado a cabo un bombardeo aéreo en las inmediaciones del palacio presidencial sirio en Damasco, en una acción que el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu describe como un “claro mensaje” hacia las nuevas autoridades sirias. El ataque ocurre tras varios días de intensos enfrentamientos entre combatientes de la minoría drusa y fuerzas de seguridad del Estado sirio, que han dejado más de 100 muertos.
Según fuentes militares israelíes, la operación fue “quirúrgica” y tuvo como objetivo instalaciones vinculadas al aparato de seguridad del régimen. Aunque no se han confirmado víctimas por parte de Damasco, testigos en la capital reportaron fuertes explosiones y columnas de humo visibles desde varios puntos de la ciudad.
La minoría drusa, con presencia significativa en la región sur de Siria, especialmente en la provincia de Suwaida, ha protagonizado levantamientos armados contra el gobierno en los últimos días, denunciando discriminación, represión y falta de autonomía. En respuesta, el régimen ha desplegado unidades militares y ha recurrido a la fuerza letal para contener la revuelta.
“El Estado de Israel no permanecerá indiferente ante la masacre de nuestros hermanos drusos”, afirmó el portavoz del Gobierno israelí, señalando que se trató de una advertencia “directa y necesaria” al nuevo liderazgo sirio, que asumió el poder tras una reciente reestructuración política en el país árabe.
La acción ha provocado una inmediata condena por parte de Damasco, que acusó a Israel de “violación flagrante de la soberanía nacional” y de buscar desestabilizar aún más la región.
La comunidad internacional observa con preocupación la escalada, temiendo que el conflicto sirio, ya de por sí volátil, se agrave con la implicación directa de actores externos como Israel.
